Era un Domingo de Ramos, 4 de abril de 2004, cuando las confusas noticias llegaron desde Nayaf, Irak: un grupo de soldados salvadoreños había sido atacados por el ejército del Madhi, una milicia iraquí liderada por el clérigo chiita Muqtada al-Sadr.

Las noticias hablaban originalmente de cuatro soldados salvadoreños muertos en el ataque. Pero luego se confirmaría que el soldado de Fuerzas Especiales, Natividad Méndez Ramos, había sido la primera baja mortal del Batallón Cuscatlán en suelo iraquí. Otros tres soldados resultaron heridos. Fue el primer soldado salvadoreño muerto en combate en una misión internacional.

Méndez Ramos recibió un balazo de un francotirador en un cruce de calles. Los cabos Rafael Ramírez Pérez, Noé Hernández Vásquez y Carlos Echeverría Vides resultaron heridos.

Natividad Méndez Ramos era un joven soldado de las Fuerzas Especiales salvadoreñas, francotirador y paracaidista.

El ataque sucedió cerca el cuartel general de la Defensa Civil Iraquí, situado a unos 700 metros de distancia de la base Al Andalus, dirigida por militares españoles. Los soldados fueron rodeados y se sucedieron una serie de eventos que desataron el ataque. Los soldados formaban parte de la Segunda Compañía del segundo contingente del Batallón Cuscatlán.

La muerte del salvadoreño en tierras iraquíes desató una serie de críticas sobre la decisión del gobierno -inicialmente de Francisco Flores y luego de Antonio Saca- de formar parte de una coalición internacional liderada por Estados Unidos.

El cuerpo de Méndez Ramos fue repatriado un Viernes Santo en un avión C-130 de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, procedente de la Base Militar de Dover (EEUU), adonde había llegado desde Kuwait.

El único discurso que se pronunció en el acto fue el del entonces vicario castrense, monseñor Fabio Colindres, quien pidió a la madre de Méndez Ramos fortaleza, tras recordar que su hijo le sería entregado un Viernes Santo, casi a la misma hora en que Jesucristo fue bajado de la cruz y entregado a su madre.

El ministro de Defensa de El Salvador, general Juan Antonio Martínez Varela, declaró posteriormente a la prensa que "definitivamente nosotros lamentamos muchísimo la muerte de nuestro compañero y le expresamos a su familia nuestro más sentido pésame".

“Le hemos recibido como un verdadero héroe de la patria que es y lo vamos a recordar nosotros siempre”, dijo Martínez Varela.

En total, El Salvador tuvo en Irak a 3,755 de sus soldados. La misión se saldo con 5 bajas mortales y más de una veintena de heridos.

“La misión tuvo riesgos y costos, cinco efectivos perdieron la vida y otros más resultaron heridos; además, se puede agregar la angustia de los familiares mientras duraba la misión”, dice el general Eduardo Mendoza, quien dirigió uno de los contingentes en Irak.

“La mayor satisfacción fue el haber cumplido exitosamente con las tareas humanitarias y de reconstrucción, con obras que el pueblo de Irak recibió; profesionalmente, la experiencia de ser parte de una coalición multinacional trajo muchos beneficios profesionales, el cooperar junto a otras fuerzas armadas, eleva el nivel de eficacia y mejora el desempeño para enfrentar los nuevos roles exigidos a los militares”, agregó Mendoza.