Cumplir 50 años de vida es motivo de una gran celebración, pero 50 años de vida profesional es además motivo de homenaje y más cuando este tiempo se ha dedicado a la recuperación de la salud de los salvadoreños.

En junio reciente, Héctor Valencia, cumplió medio siglo de ser médico. Graduado de la entonces única escuela de medicina del país, la Universidad de El Salvador, en 1972 buscó especializarse en hematología en México, gracias a una beca del Seguro Social. La finalidad era regresar a su terruño, San Miguel, donde durante el año de servicio social junto a un grupo de compañeros médicos había decidido transformar la atención en salud del antiguo hospital San Juan de Dios.

Este deseo de servir en su ciudad natal surgió de un paseo por el Litoral salvadoreño con compañeros al finalizar el internado, y terminaron en el hospital migueleño: “Entramos a la pediatría y un vimos un niño que tenía un suero que supuestamente lo estaba hidratando, pero no era el suero adecuado entonces un compañero dijo: ‘Esto es el colmo, cómo pueden ponerle a este niño este suero, nosotros tenemos que venirnos aquí’. Entonces así pedimos hacer el servicio social en San Miguel y en efecto quedamos ahí”, relata el doctor Valencia.

Ese deseo logró conformar un grupo de médicos, la Juventud Médica de Oriente, que al terminar el año social prometió regresar con sus especializaciones. Dos años más tarde, el doctor Valencia regresó y era, junto a sus compañeros de promoción, los primeros especialistas que tuvo el hospital San Juan de Dios.

Sin embargo, tuvieron problemas con los médicos generales del hospital y para ese entonces a las puertas de los años 80 y del inicio del conflicto armado decidió emigrar nuevamente a México y posteriormente a Canadá.

Tengo unos años más y me gustaría hacer realmente una cosa que siempre he querido: la parte epidemiológica del servicio”. Héctor Valencia, hematólogo del hospital Rosales

¿Por qué medicina?

Sobre por qué estudiar medicina, este médico y jefe del servicio de Hemato-Oncología del hospital Rosales, dice que desde pequeño tuvo el deseo de estudiar la ciencia de la salud. “Siempre lo tuve bien claro, de que es lo que quería hacer. Creo que era un poco como aquello que uno quiere ayudarle a los demás y quizá eso hizo que lo decidiera casi desde pequeño”, dice el galeno a Diario El Mundo.

Durante su estancia de 14 años en el exterior, trabajó en el campo de la investigación de farmacología e hizo una residencia de psiquiatría en Canadá. Pasado el conflicto, regresó a finales de 1993 y al siguiente año empezó a laborare en Farmacoterapia del Instituto Salvadoreño del Seguro Social. El siguiente año “me crucé la esquina para el Rosales” afirma. Desde entonces labora en el único servicio que atiende a pacientes con leucemia en El Salvador.

El doctor Valencia ha formado, con su experiencia y conocimiento, a muchos médicos que han pasado por el servicio que dirige.
El doctor Valencia ha formado, con su experiencia y conocimiento, a muchos médicos que han pasado por el servicio que dirige.



“Vine aquí al Rosales en un momento que lo sentía un poco viejito y con mucho problema, porque como acaba de pasar la época de la guerra, no había habido mucho”, dice el doctor Valencia, quien al retroceder ve con satisfacción todo lo construido. “Todo eso comenzó a cambiar lentamente y se organizó el programa para las personas interesadas en hematología, pero solo pasaban un año conmigo”.

Añade que en su camino en el Rosales han ocurrido situaciones que son “providenciales”, como la ampliación del servicio y hasta el hecho de tener una oficina. Además, donaciones de amistades suyas que han permitido mejorar la atención a los pacientes.

“El paciente que nosotros vemos en hematología son leucemias y pasan mucho tiempo hospitalizados, la demanda es bastante alta y cada paciente de esos requiere un trabajo bien grande de parte de todo el personal que está a cargo de ellos”, explica el médico y prueba de ellos es su labor, incluso los fines de semana.

Uno de los grandes impactos que el doctor Valencia tuvo es que, paradójicamente, su madre murió de leucemia “eso me cambió un poco”, confiesa. Al recordar, otra experiencia que lo marcó fue su ingreso al Rosales y las ganas que tenía de cambiar las cosas. “Yo le puse muchas ganas a pesar que no era una persona joven, algo que a mi me impactó con eso, fue que entré con más ganas de trabajar aquí.

Pasé a trabajar en lo que realmente debía trabajar”, añade.

Y aunque ha cumplido 50 años de labores, el doctor Valencia tiene proyectos para seguir: “Tengo unos años más y me gustaría hacer realmente una cosa que siempre he querido hacer y que solo he podido hacer a medias o casi nada, es la parte epidemiológica del servicio, que quiere decir, poder saber exactamente cuántos pacientes entran en remisión de la leucemia, cuantos sobreviven, qué tratamiento son más efectivos, ese tipo de cosas, porque es muy importante y aquí casi no lo hace nadie y el problema es que nunca queda tiempo para hacerlo”, finaliza.

Cada 14 de julio se celebra el día del médico salvadoreño, por decreto legislativo, en reconocimiento a la labor humanitaria en favor de la sociedad.