Se cierra el 2021, un año bueno o malo dependiendo quién lo vea o cómo se vea. En el ámbito económico, las proyecciones de cierre del crecimiento económico para 2021, son mejor de las esperadas, pues la economía crecerá más del 10%, la mejor tasa desde hace mucho tiempo. Visto así pareciera que todo está perfecto y que solo se queda celebrar, sin embargo, este crecimiento viene precedido de una de las peores caídas que tuvo la economía en 2020. Es decir, si hacemos un promedio, entre 2019 y 2021, la economía habría crecido alrededor de 1% anualmente. Nada para celebrar. Además, para 2022 se prevé que la economía salvadoreña vuelva a la trampa de bajo crecimiento económico en la que ha estado sumida por más de dos décadas.

En cuanto a la pandemia, quizá lo mejor sea el acceso a la vacuna contra el COVID-19 y como se cierra el año en cuanto a casos activos, lastimosamente el mantra de opacidad no permite tener certeza de la realidad y adicionalmente la amenaza de la variante ómicron debería ser un tema de mucha preocupación y precaución, aunque las autoridades hayan decidido recibirla sin adoptar medidas como las que están implementando la mayor parte de países del mundo

En cuanto al contexto social, el aumento en la pobreza extrema ha implicado un retroceso de al menos siete años en la lucha contra este flagelo social y, en cuanto a la desigualdad, el retroceso es de seis años, adicionalmente, los niveles de inseguridad alimentaria alcanzaron a la mitad de la población; es decir 1 de cada dos salvadoreños no ha comido lo suficiente o incluso no ha comido. Mientras, consecuentemente, los flujos migratorios son los más altos desde que hay registros, hoy más que nunca, más personas están huyendo del país.

En el contexto político, El Salvador está sufriendo un vertiginoso proceso de concentración de poder y captura total del Estado. El presidente Nayib Bukele a través de las urnas ha logrado el control del Ejecutivo y de la Asamblea Legislativa, pero por medio de acciones propias de regímenes autocráticos se ha hecho del control de la Corte Suprema de Justicia, incluyendo la Sala de lo Constitucional y de la Fiscalía General de la República. Y ya se ha abierto la puerta para que haya reelección presidencial en contra de lo que la propia Constitución Política establece.

También, las relaciones con Estados Unidos están en su peor momento, no por las acciones del país del norte sino por el quehacer del actual gobierno, que en resumidas cuentas es acusado de negociar con pandillas y de tener estructuras que han cometido multimillonarios casos de corrupción y donde hasta ahora la única respuesta ha sido atacar al gobierno estadounidenses.

Por lo que el 2022, pudiera ser un año para la consolidación de un régimen autocrático, incluso con rasgos más violentos. Sin embargo, la ciudadanía ya ha salido a las calles en sendas manifestaciones contra diversas medidas adoptadas por el Ejecutivo y si se logra constituir una articulación amplia en la diversidad, que defienda el derecho a defender derechos, la democracia, la lucha contra la corrupción y el bienestar de las grandes mayorías, el contexto político podría cambiar para bien.

Por su parte, en el contexto fiscal, a pesar de que en diversas ocasiones el Ejecutivo había indicado que un acuerdo de servicio ampliado con el Fondo Monetario de Internacional (FMI) estaba a punto de concretarse, en realidad no se logró. La aprobación de la Ley Bitcoin así como el desmantelamiento institucional ha provocado que el acceso al financiamiento se le haya complicado al gobierno y el próximo año incluso podría empeorar, por lo que medidas de ajuste fiscal como la reducción de las transferencias a las municipalidades son inevitables si no se avanza en una agenda fiscal claramente definida.

Por lo que el 2022 puede pintar como un año complejo, pero la última palabra la tiene la sociedad en su conjunto. Desde quienes tienen el poder económico y han cerrado los ojos frente a lo que está pasando o muestran su preocupación, pero sin querer cambiar las condiciones económicas y sociales; hasta los ciudadanos que debemos usar nuestros privilegios para luchar para los derechos de los demás. ¡Feliz Año Nuevo!