El alcoholismo no tiene fronteras. Es una grave enfermedad que destruye vidas. No respeta ideologías, sexo, posición económica, nivel cultural, edades o cualquier otra circunstancia de la distinción social o natural. El alcoholismo arrasa con los valores de las personas hasta convertirlas en bazofias. Acaba con familias, con la personalidad y con todo lo espiritual y material que alguien haya construido. El alcoholismo es un destructor seguro que mina el intelecto y la conciencia humana de la persona que a su vez arrastras hacia el sufrimiento y la desilusión de quienes conviven en su entorno.

El alcohólico es un enfermo que deprime y progresivamente enferma a su familia y a su entorno, ya que se vuelve una carga pesada que marca su infelicidad y la de los suyos. El alcoholismo transforma la personalidad de la persona y la vuelve ingrata e indigna dentro de la sociedad. Madres, padres, hijos, hermanos, compañeros de trabajo, vecinos, amigo, conocidos y todo ser cercano al alcohólico sufre las consecuencias de quien vive sumido en el fondo de una enfermedad que puede ser controlada con fe y mucha voluntad,

El alcoholismo es un mal de siempre. En Centro América la enfermedad ha acabado con valiosas vidas A diario mueren alrededor de doce centroamericanos víctimas de la ingesta de bebidas alcohólicas. De hecho la Organización Mundial para la Salud (OMS) sostiene que El Salvador, Rusia y Guatemala, en ese orden, son los países con los mayores porcentajes de muertos anuales por ingesta alcohólica, por cada 100 mil habitantes. En El Salvador, mueren 18.54 compatriotas al año por cada 100 mil pobladores, ocupando el primer lugar; mientras que en Guatemala el porcentaje es de casi 15, ocupando el tercer lugar en la escala mundial,

Las cifras están un tanto disfrazadas pues no contemplan las muertes vinculadas al consumo del alcohol, como los suicidios, homicidios, feminicidios, fraticidios, víctimas mortales en accidentes viales provocado por conductores peligrosos (ebrios) y enfermedades derivadas del alcoholismo. En realidad la cantidad de muertos teniendo como principio el consumo de bebidas embriagantes es mucho mayor. Alarmante para nuestras sociedades.

La muerte, tarde o temprano del alcohólico en ciernes o empedernido, es el final de un guion que la sociedad acepta porque lo conoce de memoria . ¿Pero qué culpa tiene el entorno? Los hijos, la esposa (o) los seres que rodean la existencia el alcohólico son quienes en carne propia sufren las inclemencias del alcohólico convertido en un ser despreciable.

El alcoholismo al ser una enfermedad degenerativa de valores y conciencia que carcome la parte física del enfermo hasta destrozarlo en todo sentido, tajantemente no tiene cura. Sin embargo, la buena noticia es que si puede controlarse con el método de catarsis y el compartimiento que ofrece cada 24 horas la comunidad de Alcohólicos Anónimos (AA) a nivel mundial.

Para ser miembro de AA no se exigen requisitos ni ningún tipo de membresía. Los grupos subsisten con la séptima tradición (ayuda voluntaria de los miembros) y se fortalecen con el compartimiento y los apadrinamientos de sus miembros, cuyo enfoque o legado se basa en su filosofía resumida en la trilogía: unidad, servicio y superación.

En América Central AA se encuentra desde 1955, cuando llegó al país el estadounidense Edward Thimothy Fitzgerald(Mr. Eddie), acompañado de su esposa salvadoreña Berta Dreyfuss y de una hija de ambos, de cuatro años. Desde entonces la comunidad se fue expandiendo por todo el país. Posteriormente el resto de países de istmo centroamericano fueron creando sus propios grupos fundamentos en la filosofía de los fundadores estadounidenses William Griffit Wilson (Bill W.) y el Dr. Robert Holbrook Smith (Dr. Bob).

En ese sentido la comunidad de AA de Centro América ha mantenido la unidad como anhelo para rescatar vidas del alcoholismo y hasta la fecha ya ha realizado 40 convenciones del área con la participación de alcohólicos anónimos de Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Guatemala, Belice y El Salvador.

En abril, de 2022, en mi calidad de custodio clase A (profesional abstemio, pero con el pleno deseo de querer servir a AA) y presidente de la Junta General de Servicios de El Salvador, asistí a la 40 Convención efectuada en Tegucigalpa (Honduras), donde la convivencia fue en un ambiente de camaradería, fortalecimiento espiritual y de plena sensación que la vida en sobriedad es felicidad. Ahí se designó a El Salvador como sede de la 41 Convención de América Central, la cual se realizará el 28, 29 y 30 de este mes en la sede de la Universidad Don Bosco.

En dicha convención estarán alcohólicos anónimos, servidores y custodios clase A de los siete países centroamericanos, así como invitados especiales, en una gran fiesta de compartimiento de importantes temas, disfrutando de las añadiduras que brinda la sobriedad. Será una experiencia para fortalecer el camino de la sobriedad.

Compartir es grandioso y eso es el basamento de la gran familia AA donde cualquiera puede estar. Requisitos no hay, solo hay que dar el primer paso al admitir la impotencia ante el alcohol que lleva a la ingobernabilidad de la propia vida, lo demás viene por fe y voluntad y por los designios de un Ser Superior,

Bienvenidos alcohólicos anónimos centroamericanos, la comunidad de AA de El Salvador los recibe con los brazos abiertos y una sonrisa en sobriedad. Bendiciones.