Hace tres entregas lanzaba yo la pregunta al aire: ¿Cómo estamos en economía? Y apuntaba los dardos a los números que no mienten. No hay cómo maquillarlo: estamos mal. Uno de esos dardos incluía la pregunta: ¿Qué inversiones nuevas ha traído el Presidente al país que generen puestos de trabajo, compra de recursos materiales nacionales, pagos de servicios, impuestos –si es el caso–? ¡Nada!, me contestaba yo solo. A este punto quiero poner el ejemplo de Guatemala, que tiene décadas de ser la potencia económica de Centroamérica.

Los salvadoreños siempre hemos quedado impresionados de cómo se respira la riqueza, la industria, el comercio desde que, de lejos, vamos entrando a la ciudad capital chapina. Y cuando ya nos adentramos en sus bulevares modernos, pareciera una Miami en pequeño, y eso desde hace ratos.

Por cierto, era lo que los areneros nos habían prometido: ser una potencia comercial regional, pero se dedicaron a privatizar y quedarse con las empresas. ¿Y los pobres? Los pobres para después.
Costa Rica (desde mi liliputiense punto de vista) ha sido la antorcha de la libertad, la democracia, el sistema republicano, lo cual, gracias a practicar esa mezcla de neoliberalismo como socialismo reformado, también ha sido una potencia regional económica, pero nunca –en mi miopía analítica- como Guatemala. Sea como sea que esté terriblemente equivocado o poquito o nada, viajar a Guatemala siempre ha sido, es y seguirá siendo un respiro de modernidad muy maya, muy nuestra, muy centroamericana para los salvadoreños. Dejemos a un lado la corrupción, la delincuencia, el narcotráfico, etc. De eso hablamos otro día.

¿A qué todo este rollo sobre Guatemala? Que se esperaba que cualquier gobierno acá en El Salvador fuera capaz de atraer a la inversión extranjera como los guatemaltecos lo habían hecho. Haciendo memoria: recuerdo cómo yo veía con tanto orgullo cuando Texas Instruments Inc demostraba su logo orgulloso en el bulevar del Ejército Nacional. “¡Guau!”, me decía yo, “el reloj norteamericano que da unas lucecitas bien bonitas y que mi papá me compró en Miami, ¡aquí los ensamblamos!”. Claro que yo no sabía que, aparte de la confianza del capital gringo apostado en nuestro territorio, eso traía un montón de beneficios más que solo los trasnochados de izquierda y los amantes de los finados Hugo Chávez y Fidel Castro no logran entender aún. Bueno, los que se aprovecharon de Alba Petróleos sí lo entendieron...para su beneficio propio.
Ahora que he visto en las redes sociales la firma del presidente Bukele Ortez, como titular del Órgano Ejecutivo, con, nada más ni nada menos que Google, o sea, un monstruo, un titán, un dios del mundo empresarial mundial. No puedo sino sentirme lleno de emoción. Al fin, después de décadas en las que las balas, los secuestros, las maras y las extorsiones hicieron huir a la inversión foránea, volvemos a tener una empresa gigante en nuestra tierra.

Casi lloro de la emoción, casi entro en coma del delirio y el éxtasis, pero, como sé que don Nayib Armando es un mago de la imagen y la publicidad, contuve mi apasionamiento y, entonces, me pregunté, ¿de qué trata, en verdad, ese acuerdo? ¿Nos traerá puestos de trabajo, dinero en manos de salvadoreños con necesidad de empleo, dinero que circulará en tiendas, supercitos, supermercados, mercados? ¿Dinero para pagar servicios de luz, agua, teléfono, internet? Todo lo cual desemboca en el erario público para que crezca la reserva nacional del tesoro y se pueda, en primer lugar, apoyar escuelas, hospitales, carreteras y, después, invertir en el progreso.

¡Tranquilo! Vamos por etapas, eso sí: aplausos efusivos por el primer paso dado. Lo que he visto en la página de Google y en la página del Gobierno, así como en las páginas de medios internacionales (que solo copian y pegan lo de los anteriores), es esto (resumo): “Apoyar al país en su camino para convertirse en un centro tecnológico en América Central. Google Cloud planea abrir una oficina en el país centroamericano y acercar la infraestructura a donde se generan los datos de El Salvador y establecer un centro de orientación técnica para empresas y organizaciones. Google Cloud y el Gobierno de El Salvador trabajarán juntos para poner las tecnologías de nube en el centro del esfuerzo de modernización del país en tres áreas distintas. Google Cloud será el socio estratégico de innovación de El Salvador, ayudando a digitalizar de forma segura los procesos y proyectos gubernamentales, incluyendo la facturación electrónica, permisos y otras iniciativas. En materia de salud, El Salvador ha optado por incorporar las tecnologías de IA de Google Cloud para ayudar a los médicos con acceso a información en tiempo real para mejorar la experiencia y la salud de las personas - incluyendo comunidades enteras -en todo el país-. Estos esfuerzos se alinean con el compromiso de Google de colaborar en la creación de un futuro digital sólido para América Latina”.
Mejor no opino nada, y veamos qué trae de bueno a El Salvador. Lo que sí me parece es que el PIB no va a crecer, ni la pobreza va disminuir.