En términos generales la palabra atalaya, significa torre construida en un lugar alto para vigilar gran extensión de terreno o de mar y poder avisar con tiempo de un peligro o amenaza. En la antigüedad, los atalayas eran personas encargadas de vigilar una ciudad o fortaleza, cuyo trabajo era advertir a los residentes sobre la llegada de cualquier enemigo que quisiera conquistar la ciudad. En un sentido espiritual la Biblia nos advierte de la necesidad de estar alerta y vigilante en nuestra relación con el Señor Jesucristo, es por ello que debemos estar atentos a las señales del fin, los acontecimientos que ahora vive la humanidad son evidencias del retorno del Señor Jesucristo.

De manera que los atalayas del siglo XXI, son todos aquellos buenos predicadores de la sana doctrina contenida en la Biblia, que no necesariamente deben de ser pastores, pero nos recuerdan que debemos ser vigilantes en nuestra fe, recordado lo que dijo en su momento el Apóstol Pedro en Hechos 4:11-12, en el contexto de que los gobernaste de Israel, les estaban prohibiendo predicar al Señor Jesucristo, por un milagro efectuado a un paralitico. Dijo: “Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”

En ese mismo orden de ideas el apóstol Pablo, en 1 Corintios 16:13, nos exhorta: “Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos.” El estar alerta, nos prepara para resistir las tentaciones y fortalecernos en la fe. La atalaya es un recordatorio constante de que debemos estar preparados y mantener nuestra atención en nuestro glorioso Señor Jesucristo. En esta misma dinámica Satanás tratará de quitar la semilla de la fe, a toda aquella persona que no esté alerta, por ello aun en las iglesias cristianas ha introducido elementos, que enarbolan el humanismo, el evangelio moderno, la teología de la prosperidad y el post modernismo, entre otras falsas doctrinas.

De manera que el objetivo de Satanás, no es atacar la moralidad, ni tampoco los valores éticos, muy al contrario, ha introducido esos elementos, en las predicaciones de reconocidos pastores, que han eliminado la autoridad del Señor Jesucristo en cada mensaje que disertan, por ello vemos estos tele evangelistas, que hablan de riquezas, prosperidad, y animan a sus feligreses a vivir una vida intensa y sin límites, a manera que sus adeptos se enfoquen en los tesoros terrenal, que el Señor Jesucristo, advirtió en Mateo 6:19-20 “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompe, y donde ladronas minan y hurtan; Mas haceos tesoros en el cielo, donde ni polilla ni orín corrompe, y donde ladrones no minan ni hurtan”

Pero el problema de no estar alertas o apercibidos de una buena parte de personas que se auto denominan cristianos, deviene también del lenguaje que usan estos tele evangelistas, donde han eliminado de los sermones o de la homilía el pecado, la condenación, el infierno, el castigo por la infracción a las leyes del Creador, y han reducido el mensaje del Señor Jesucristo a un evangelio moderno, que solo pregona el amor de Dios, lo cual no es mentira, pero el amor con ausencia de disciplina, corrección y castigo, se llama libertinaje, lo cual es contrario al mensaje Bíblico, por ejemplo en Juan 3:16 dice “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna”

Pero también en el Evangelio de Juan 3:18-19 dice: “El que en él cree, no es condenado; más el que no cree, ya es condenado, porque no creyó en el nombre del unigénito Hijo de Dios. Y esta es la condenación: porque la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz; porque sus obras eran malas” Y esto es lo que está ocurriendo en la actualidad, estamos frente a una sociedad decadente, que ama lo malo, por sobre lo bueno, donde se persigue a un cristiano, y se defiende a los abortistas, se proclama los antivalores del matrimonio igualitario, y se llama homofóbicos a los que defendemos la familia formado entre un hombre y una mujer nacidos así.