No puede pasar desapercibida la elección de Ferdinand (Bong Bong) Marcos Jr., hijo del dictador homónimo y de la que fuera exótica belleza Imelda Romualdez, ambos Ilocanos que habitan la gran isla donde están Luzón y Manila.

Un poco de historia: Filipinas, cuyo nombre viene del rey Felipe II de España, es un archipiélago de 7640 islas ubicadas en el sur de Asia cerca de Indonesia. Fue conquistada en 1565 por los gallardos españoles de quienes también descendemos mestizos y mulatos los que tenemos ancestro viejo en Costa Rica. Dejo de ser parte del imperio español en 1898, producto de la guerra entre España y los EEUU, en la que España perdió Cuba, Puerto Rica y la Filipinas. Hasta 1821 los españoles atendían las Filipinas desde el virreinato mexicano como a nosotros los centroamericanos, en ambos casos con un alto grado de autonomía. No es sino hasta luego de la II Guerra Mundial en 1946 que las Filipinas logran su independencia de los EEUU y de allí en adelante ha tenido una tumultuosa experiencia con la democracia, incluyendo el gobierno dictatorial de Ferdinand Marcos que gobernó desde 1965 a 1986. No es posible aquí elaborar sobre la historia política de las Filipinas que da como para escribir un grueso libro, por lo compleja, la dominancia de ciertas familias importantes con raíces socio-económicas españolas, los militares, la iglesia y hasta grupos insurgentes musulmanes. Es una realidad compleja llena de vicisitudes.

Excepto en Cebú, se habla poco español en Filipinas, pues los EEUU, con la aquiescencia del pueblo se podría decir, hicieron un fructífero esfuerzo por eliminarlo; hoy se habla tagalo con mucha palabra del castellano incluyendo los números y palabras como fiesta y chaperón. Lo que no se eliminó fue la cultura española que está muy presente. Por ejemplo, el plato nacional es el Adobo, que viene de la cocina mexicana. Todo lo anterior para ubicarnos en lo que es este país de 300 mil kilómetros cuadrados, más de la mitad de Centroamérica y más de 110 millones de personas. Mi percepción es que las Filipinas, con todo y su lógico y fuerte ancestro asiático, es un país con sólidos rasgos latinos incluyendo muchas de sus costumbres, incluyendo la forma en que viven su política, el catolicismo y desgraciadamente la práctica de la corrupción, lo que ha contribuido a hacer de Filipinas un país de mucha pobreza.

Marcos e Imelda, ambos de origen humilde, tal humilde que la bella Imelda vivía con su madre en lo que era un garaje, alcanzaron la presidencia con una propuesta populista y para cimentar el poder y enfrentarse a la clase dominante tradicional, a la que pertenecían los Aquino y si no me equivoco gente como los Macapagal, padre e hija, expresidentes. Crearon una red de “amiguetes” empresariales privilegiados (“cronies” en inglés), que amparados al estilo populista de Marcos hicieron “negociazos”. A Marcos e Imelda, quien todavía vive a los 92 años y con problemas con la justicia, se les acusa de haberse apropiado indebidamente del equivalente a 10 mil millones (30 millardos nominales) de US$ de fondos públicos.

Ante esa situación y el que han pasado varios gobiernos al menos electos dentro de procesos con ribetes democráticos desde que Marcos fue derrocado, no deja de ser notable el que los filipinos, en un proceso lleno de irregularidades se dice, pero con el respaldo de las encuestas previas, se haya inclinado por Bong Bong, acompañado de la hija del actual y cuestionado presidente por su política de DDHH al tratar problemas de seguridad Sara Duterte. Bongo Bong ha ofrecido continuar con las políticas de Duterte, entre las que sobresale la de ajusticiar a criminales comprobados, de los que más de ocho mil lo han sido. Talvez a algunos preocupados por la seguridad comunal les parece la idea, posiblemente mientras no sean un hijo el sacrificado. No es forma civilizada de conducir un país.

Los que han gobernado Filipinas después de Marcos, Corazón Aquino y su hijo “NoNoy” Aquino más recientemente; el general retirado Fidel Ramos y Gloria Macapagal, con excepción del actor Joseph Estrada, condenado por corrupción, lo han hecho cumpliendo con los deberes fundamentales de la democracia mínima. Pero no han logrado avanzar sostenidamente en llevar a las Filipinas a la categoría de “tigre asiático”, ni en reducir la rampante pobreza en forma notable. Todo esto hace que se genere un clima desfavorable a la escogencia de presidentes con agenda limpia. Se ha preferido en este caso a un hijo de un dictador, con dudosa agenda.