Murió Roberto Murray, el gran Bobby. Se nos va primero que nada un gran amigo y un prohombre salvadoreño, pero centroamericano ferviente también. Un ser humano excepcional, de envidiable formación, que siempre pensó más allá de sus legítimos intereses personales. Dejó una gran huella a través del desarrollo institucional, plasmado en El Salvador en FUSADES, el FIS, FEPADE la Fundación Meza Ayau, algo más de familia, entre otras instancias. Su apoyo a los salesianos en su obra formativa fue encomiable. Esas expresiones de interés por el bienestar de los demás, fueron obra de valiosos equipos de trabajo, dirigidos y motivados por él, lo que me lleva a reafirmar la idea de que la mayor parte de los problemas en los sectores públicos y privados se debe a que no tenemos suficientes gestores y gerentes con liderazgo y calidad.

A Bobby lo conocí cuando en mayo de 1987 me invitaron a concursar para gestionar un proyecto del sector privado a nivel centroamericano: la Federación de Entidades Privadas de Centroamérica y Panamá (FEDEPRICAP), cuya creación fue liderada por adivine el amable lector quién. Asistí a una reunión preparatoria en Nicaragua, en tiempos del sandinismo marxista, un mensaje sin duda de que el sector empresarial privado estaba en pie de lucha y allí me encontré con Roberto, quien me explicó el proyecto. Acepté el reto.

El desafío era ambicioso. Eran momentos difíciles en Centroamérica. Costa Rica en medio de una situación económica difícil recibía coletazos de la región; los demás países en crisis...Guatemala y El Salvador con insurgencia guerrillera, Honduras distorsionada por “la contra nicaragüense” y los EEUU metidos hasta el tuétano; Nicaragua con los sandinistas y Panamá con Noriega ya gastado y debilitado pero “dando guerra”. Se perseguía más que defender intereses por lo demás legítimos, el crear a nivel regional una instancia superior, una cúpula que integrara regionalmente al sector empresarial privado, para potenciarlo como factor propositivo de desarrollo socio económico y político, consolidando la libertad empresarial en el marco de la economía de mercado, en diálogo permanente con los gobiernos, las instancias regionales públicas, grupos afines extra regionales, entidades representativas de la cooperación multilateral y bilateral, así como cualquier instancia, cercana o no, que compartiera la visión con FEDEPRICAP de una Centroamérica libre, democrática y próspera para todos.

Bobby como era su costumbre presidió al principio y siempre se mantuvo cercano, nunca se alejó y a veces intervino decididamente en respaldo de este servidor, en el ejercicio del cargo entre 1987 y 1994. Mucho le agradecí siempre su entereza.

FEDEPRICAP, con magníficos equipos de trabajo y directores empresariales varios ya idos y que hacen falta, triunfó sin duda alguna con Bobby como factor primordial. Él y este servidor hicimos una mancuerna con la señora Nadine Hogan, directora del AID para la Región Centroamericana, que nos proporcionó recursos y estímulo. Él inspiraba confianza y se sabía de su liderazgo que facilitaba el que las cosas sucedieran. Miembro de la Comisión Sanford en esa época dorada de FEDEPRICAP.

Por la vía de FEDEPRICAP Bobby sugirió la creación de un foro de diálogo entre las instancias representativas de la sociedad civil centroamericana a nivel regional, lo que fue acogido por los mandatarios centroamericanos en el Protocolo de Tegucigalpa, fundamento legal del SICA, para crear el Comité Consultivo, el CC SICA. Fue quien propuso la Asociación de Bolsas de Valores de Centroamérica (BOLCEN). Y así podríamos seguir enumerando sus contribuciones. Insistía en que había que hacer lo correcto por la razón correcta; el cinismo y maquiavelismo no estaban en él, lo que no quiere decir que no fuera astuto. Fue bueno.

Bobby siempre estuvo anuente a conversar con quien ostentara el poder para moderar, para contribuir a consolidar la democracia. Su peso político iba mucho más allá del indudable peso como empresario creador de riqueza y bienestar. Su inteligencia, su don de gente, su capacidad de relacionarse (“engage”), su confiabilidad, la fidelidad a sus convicciones y su excepcional voluntad le abrían cualquier puerta. Por eso y mucho más, hoy, viviendo una profunda tristeza -mis visitas a El Salvador, mi segunda Patria nunca serán iguales- rindo homenaje ante todo al caro amigo, al humanista, el pro hombre que pensaba en todos, al que le abrían todas las puertas, el que demostró que puede darse una derecha inteligente que contribuya a generar un ambiente propicio para el “MejorSer” de todos.

Saludo a su distinguida familia, sus allegados, la gente de FUSADES y todos aquellos que lo apreciaron. Su legado siempre vivirá.