Al terminar la última página del libro Cara e’ crimen, sobre el caudillo tropical de Venezuela Hugo Chávez, escrito por el exsenador y político de esa nación exiliado en Miami, Pablo Medina, me queda una frustración repetitiva sobre la realidad social de Latinoamérica de cara a la aplicación de los mismos patrones típicos de conducta de la clase política. No importa de qué bando, si de derecha o de izquierda, los ejes de mesianismo, criminalidad, atavismo partidario, egocentrismo y tradicionalismo son los mismos en el presidencialismo subcontinental, todos cortados con la misma tijera; las excepciones se cuentan con los dedos de la mano.

Este es un libro valioso y oportuno por muchas causas, tanto en lo personal para el autor, criticado por algunos de haber pertenecido al chavismo. Esto él lo rechaza, pues según comentarios del propio Medina como párrafos concretos del libro, muestran su distanciamiento del dictador, de quien se aparta específicamente desde inicios de sus primeras fechorías. El libro es valioso también porque se refiere a aspectos ligados a ese período de la política venezolana, la etapa más negra, desastrosa y miserable que ha vivido esa hermosa y hospitalaria nación para tantos y tantos emigrantes, que es Venezuela.

Pero con la llegada de Chávez todo cambió, como producto de su disparatada administración como de los desmanes de la clase política en esa nación, que no supo administrar el inmenso poderío natural, como el petróleo, ni generar un proyecto de nación estable. Esto fue aprovechado por esa izquierda visceral y amorfa, a la cual Fidel Castro principalmente supo aprovechar en su propio beneficio, desplumando a Venezuela de sus pertenencias patrimoniales e incluso soberanas.

En América Latina ha habido caudillos y dictadores de variadas facetas, pero ninguno como Hugo Chávez, por sus arrebatos patológicos, su entrega desmedida a Fidel Castro (el principal responsable de la crisis social y política más grande de la región) y por la debacle en que aún mantiene a Venezuela. Definitivamente los supera a todos. Y de ahí la cada vez más comentada venganza de Fidel Castro, según cuenta Pablo Medina en su libro, por celos de figuración, al supuestamente ordenar cortarle las cuerdas vocales cuando convalecía en Cuba, y la negativa a que, ya moribundo, fuese a recibir tratamiento médico a Estados Unidos. Si así fue, supondría una fase nueva del canibalismo político comunista, que se sigue practicando en sus filas, pero esta vez dentro de nomenclaturas de nacionalidades diferentes. Se cuenta que algo parecido, aunque con otras variantes, ocurrió con la muerte del Che Guevara.

Resulta interesante una confesión de Medina sobre un encuentro en Cuba con el Foro de Sao Paolo —creación de Fidel y Lula Da Silva en los despeñaderos del fin de la ayuda soviética—, cuando, estando presente también Daniel Ortega, el autor del libro pregunta al caudillo de la isla diciéndole que si las decisiones de Venezuela pasaban por el consentimiento de ellos.

La obra, puesta a la venta en Amazon y presentada recientemente, viene revestida de una buena selección de fotografías. Abre también reveladoras denuncias que son parte de un inventario de realidades que día a día pasan de las sospechas a las verdades, como la profanación de la tumba del libertador Simón Bolívar. De lo cual se desprende que ese hecho pudo haber sido el inicio de la enfermedad de Chávez; o bien lo dicho por la madre de este, ante su ataúd, de que esos restos mortales no eran los de su hijo, lo que evidencia una serie de hechos complejos en el desenlace tanto de su enfermedad como de su propia muerte y sepultura. Pero ahí no termina todo. Más espeluznante resultan ser los relatos sobre rituales de santería, como el baño que se hace desnudo, debajo de un inmenso tigre degollado y colocado arriba de él para que cayera toda la sangre de la fiera por su cuerpo. Hechicerías que según algunas fuentes las practicaba Castro y lo hacen muchos políticos en el Caribe y en otras regiones del Continente y del mundo.

Si bien es cierto que Chávez mantuvo relaciones con altos representantes del comunismo y de la izquierda, lo hizo también con figuras que mantienen un odio constante a Estados Unidos, como George Soros. Su entrega a Fidel Castro fue de gran calibre. Amor puro y quien al final terminó pagando muy mal. Tras leer en el libro una despedida en el Aeropuerto Internacional de Maiquetía Simón Bolívar, luego de concluir un viaje de Castro, Medina refiere que Chávez no cesaba de levantar sus brazos al aire y lanzar besos al infinito, mientras el avión se perdía en los cielos caraqueños. La memoria histórica y algunos de sus registros que no han sido revelados aún, empiezan a brillar con cierta efectividad. Libros como este del amigo Pablo Medina también resultan notables para visualizar nuestro pasado contemporáneo. Cara’ e crimen, título tomado de la frase con la que nombró siempre a Hugo Chávez su suegra, desde el momento de conocerlo (la señora tuvo un acierto grandilocuente y visionario digno de un monumento), es un libro con un perfecto diagnóstico sobre la fauna de tiranos que lamentablemente se han atornillado en el poder para desgracia de nuestros pueblos.