América Latina, tiene una maligna tendencia hacia la dependencia emocional externa. Los héroes de la independencia no iniciaron un compromiso en dirección a la autonomía, suficiencia e independencia en todos los órdenes Desde Bolívar hasta Castro, pasando por Chaves y Maduro, los latinoamericanos en vez de confiar en nosotros mismo, hemos puesto los ojos en los supuestos ánimos de compasión de las grandes potencias, que, en competencia con Estados Unidos, nos pueden adoptar como huérfanos callejeros.

Bolívar recurrió a Gran Bretaña; los Aycinena animaron la anexión de CA a México; los salvadoreños intentaron unirse a los Estado Unidos. Estrada Palma hizo lo mismo, pensando en la independencia de Cuba. Fidel Castro buscó cobijo bajo el alero de la Unión Soviética. Ortega en Rusia e Irán. Y, ahora, los centroamericanos, ponen sus ojos en los bolsillos de China y su interés por ocupar espacios competitivos con respecto a los Estados Unidos. Primero fue Costa Rica, que rompió con Taiwán a cambio de un estadio de fútbol en San José, Ortega por un canal para competir con Panamá. Y esta nación, aprovechando su condición, ha buscado convertirse en tienda de abarrotes de los empresarios chinos; Honduras ha tentado créditos para hidroeléctricas y el Salvador ha insinuado, por momentos, venderles a los chinos su deuda externa.

Una revisión de los hechos, permite concluir que los chinos no siempre honran sus promesas y los proyectos, han quedado solo en el papel. Y que, no es cierto que andén con los bolsillos abiertos, repartiendo dinero. Más bien, son duros negociadores que dan créditos con garantías ejecutables de tal manera que, ante incumplimientos de los prestatarios, actúan sin consideración, inflexibles ante las peticiones de negociación; o, ampliación de los plazos. Los estados africanos, mucho más frágiles que los centroamericanos, han sido “victimas” que, ante los incumplimientos de su parte, han tenido que entregar, como lo hiciera Estados Unidos en el cercano pasado, la administración de sus aduanas para pagar los créditos vencidos. La diplomacia china, es fría, materialista y unilateral: centrada en los objetivos chinos en los que, se privilegia la compra de materias primas y el control de puertos marítimos o aéreos de la región.

En este primer semestre de 2023, la situación es muy complicada para Centroamérica. China, maneja una balanza comercial negativa para todos seis países. Vende más de lo que nos compra. Y, en vez de mostrar una actitud diferente, es otro Estados Unidos, mordiéndonos las espaldas. Con la diferencia que no aporta remesas porque no tenemos inmigrantes en su inmenso territorio. Su carácter de prestamista e inversionista, ha sido por primera vez en mucho tiempo, severamente cuestionado por la general Richardson comandante del Comando Sur de los Estados Unidos. Lo que, no deja de sorprender porque los militares no tratan temas económicos, excepto cuando estos, ---como parece ser el caso---, amenazan la seguridad de los Estados Unidos. Es decir, que la alarma de la general Richardson evidencia que los objetivos de Estados Unidos, especialmente la protección de su flanco sur, están siendo amenazado por China, que usa un modelo de inversión poco positivo; y anima una suave pero dura penetración cultural. Como nuestras sociedades y naciones, existen y tienen un carácter específico, de poco peso; pero real, la gran pregunta es si la situación que afecta a los Estados Unidos, nos afecta o beneficia a los centroamericanos. Si la contestación se hace desde el enfermizo complejo de dependencia que nos marca, la respuesta es que es bueno para la región, porque cambiaremos de metrópoli. En vez de Washington, el árbol donde estará amarrado el perro será Pekín.

Otros, oportunistas dirán que será una suerte para los centroamericanos, porque el enemigo de nuestro enemigo es nuestro amigo, cosa que, aunque un galimatías para inocentes, no es lógico, cierto; ni conveniente. Porque no es cosa de pasar de una dependencia a otra. Otra muy diferente, totalmente diferente, es la que busca construir las bases de nuestra autonomía política y económica. Ahora Estados Unidos, bascula e influye en forma significativa; pero no impide la búsqueda de la autonomía e independencia, usando sus propias reglas y recursos. China, dentro de un modelo autoritario como el suyo, en el que no hay espacio para la libertad, una adhesión a sus posturas políticas para caer en el fondo de sus pretensiones económicas, es un suicidio.

Ser realistas en este momento es, crucial. China es un espejismo, igual que la Unión Soviética en su momento. Sabiendo donde están los inmigrantes y de donde provienen las remesas que sostienen nuestras economías, es allí donde están nuestros intereses. Con Estados Unidos, con talento, podemos evitar la esclavitud, porque una sociedad libre como la suya, no mantiene esclavos ni crea colonias. China, en cambio en su primera fase de potencia mundial retadora, necesita colonias. Lo que obliga a estudiar su trato a las sociedades africanas, porque hay allí un aviso, para los centroamericanos.