De Nuevo España, la milenaria España, la “Tierra de Conejos”, como se le conocía en la antigüedad, nos sorprende. Esta vez no por el imperio donde no se ponía el sol, sus vinos, quesos y jabugos, ni el cante jondo, las gestas del Cid, Cervantes, Federico García Lorca, Goya, Lola Flores, Manolete, Rosalía, “la Pasionaria”, ni por las travesuras de Juan Carlos, el Rey que consolidó la democracia y se volcó a nuestra América con particular deferencia.

El hecho es que habiendo alcanzado el Partido Popular en las elecciones generales del pasado domingo, el mayor número de diputados, 136; y que fuere seguido por el PSOE con 122, y muy de lejos Vox con 33 de la llamada extrema derecha, y Sumar de origen socialista con 31, puede darse el caso y pareciere que así lo será, que el PP, representado por Alberto Núñez Feijóo, no obtendrá los votos necesarios para dirigir los destinos de España; y, por el contrario, el perdedor, se encuentra a las puertas de formar gobierno.

¿Qué sucedió? Pues que siendo España una monarquía parlamentaria sujeta a una Constitución al estilo Montesquieu, esto es, conformado bajo la clásica separación de poderes: el ejecutivo, el legislativo y el judicial a un modelo político administrativo, es la Cámara de Diputados quien elige al Presidente de la nación en base a los votos que logra consolidar, en una mayoría absoluta; y lleva al Jefe de Estado, el Rey Felipe VI, el nombre del elegido para que forme gobierno, que se limita a confirmarlo.

Por supuesto el Rey debe aceptar lo que el electorado ha decidido a través de Diputados, a menos que el designado no logre formar un gabinete satisfactorio.

En apuradas palabras este es el proceso constitucional. Más, nuestro problema es otro. Estamos en presencia de un caso inédito, salvo el de Venezuela, cuando un país opta por disolverse, no existir, ser otra cosa, una acumulación de cantones, tribus o de carteles organizados del crimen internacional, asentados en un territorio preexistente, para obtener personería jurídica

Resulta que Pedro Sánchez, y sus aliados naturales de Podemos, o lo que resta de esta organización, y la senadora de las Cortes Generales (el Congreso) Susana Díaz al frente de Sumar, “suman” 153 votos de los 176 necesarios para alcanzar la mayoría absoluta y, el PP más Vox, suman 169 votos, es decir 9 votos menos de los exigidos para alcanzar la mayoría absoluta.

Conformar la mayoría absoluta se encuentra en manos de los separatistas catalanes y vascos. Es decir, el destino de España se encuentra en manos de Carles Puigdemont, prófugo de la justicia española, actualmente en el exilio, y de quien, se ha comprobado por la Unión Europea, fue instrumentalizado por Vladimir Putin para socavar a la Unión Europea y la influencia de España en Hispanoamérica.

Digan ustedes estimados lectores, si esta tragedia española no supera a la tragedia que nos donaron los griegos en su momento.

Y no hay otro panorama, lo demás no pasa de un deseo sostenido en la ética y el deber ser, pero que no se encuentra en la letra escrita en la Constitución española. Claro podría disolverse el Congreso a petición del Presidente del Gobierno que es Pedro Sánchez, y él no va a disolverse así mismo.

No es el Rey quien lo disuelve, él solo lo decreta pero no contradice a la voluntad soberana del electorado.

¿Qué significa esto para nosotros los hispanoamericanos? Sencillamente que todo ese reservorio dinosáurico que pulula actualmente en nuestra región. Entre ellos el Foro de Sao Paulo, que tendrá un aliado natural en sus apetencias destructivas de gobiernos, Maduro y su Cartel internacional del Crimen organizado se refugiará en España, igual que Díaz Canel en Cuba; el Presidente Bukele tendrá un nuevo adversario y quizá Boric será su nuevo aliado, Putin detendrá las sanciones impuestas y Ucrania perderá gran parte de su territorio, en tanto que la Unión Europea emitirá un documento melifluo, temeroso y edulcorado.

En realidad, si observamos con detenimiento, conceptualmente España se encuentra ante una situación similar a la preguerra del 36. Y esto, en la era la IA y el Meta, es un exabrupto en la historia de la humanidad.