Ciertamente los valores que emergen de la Biblia y que son la base de la inspiración cristiana, son el modelo universal que por excelencia rige e instruye la conducta del ser humano, para adecuarlas en el entorno de una sociedad, pero ello de ninguna manera puede interpretarse que las personas que practican el cristianismo tienen de forma automática conductas perfectas e íntegras. ¡Claro que no! pero la conducta humana es perfectible en la medida que las personas permiten que su corazón sea moldeado por las enseñanzas del Señor Jesucristo.

Recordemos la historia de Zaqueo, cuando el Señor Jesucristo, entró en Jericó, sucedió que un varón llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos, y rico, procuraba ver quién era Jesús; pero no podía a causa de la multitud, pues era pequeño de estatura. Y corriendo delante, subió a un árbol sicomoro para verle; porque había de pasar por allí. Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa. Entonces él descendió a prisa, y le recibió gozoso. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo que había entrado a posar con un hombre pecador.

Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado. Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham. Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido. (Lucas 19:1-10). De manera que Zaqueo tenía dos agravantes, primero era repudiado por la nación judía, por extorsionarlos semanalmente con la cobranza de impuestos, que, dicho sea de paso, era una cuota muy alta, para el nivel de ingresos que tenían los judíos de forma promedio.

De tal suerte que todas las ganancias de sus pequeños comercios terminaban siempre en las arcas de Roma y en los bolsillos de Zaqueo. El segundo agravante era, que este individuo, fungía como jefe de los recaudadores de impuestos, de modo que de su boca salían las políticas tributarias que se aplicaban en la provincia de Jerusalén, donde el pueblo judío era sometido a los vejámenes del ejercito romano, y cualquier denuncia que hiciera Zaqueo con respecto algún judío que se revelara o no pagara los impuestos terminaba si bien le iba en la cárcel, de lo contrario era ejecutado con la pena de muerte por sedición.

Zaqueo había escuchado de los milagros, señales y prodigios que el Señor Jesucristo estaba realizando en toda esa región, de modo que sintió curiosidad y quería conocerle, por esa razón de esforzó para verle, pero tenía un impedimento era bajo de estatura, así que uso el ingenio y se subió a un árbol, para tener una panorámica del amor y la compasión con la que se movía el hijo de Dios. En ese momento la vida de Zaqueo fue impactada de inmediato, al oír la voz del Señor Jesucristo que le dijo desciende rápido porque ahora posaré en tu casa y también la salvación llegará a tu vida.

Esta lección nos debe de conducir a la conclusión que el Señor Jesucristo no hace excepción de personas. Segundo, el Señor vino al mundo para salvar a los pecadores no por lo que se sienten buenos. Tercero, toda persona sin importar su condición pecaminosa, cuando es impactada por la presencia del Señor Jesucristo en sus vidas, siempre experimentará un cambio para bien. Zaqueo nunca se imaginó decir que devolvería hasta cuatro veces a todas aquellas personas lo que les había defraudo.

En consecuencia, toda persona que abre su corazón para que el Señor Jesucristo le gobierne, siempre habrá un cambio para bien. De manera que la evidencia de su nuevo nacimiento serán los buenos frutos, ya que no se puede decir que se es cristiano y practicando injusticias o deshonestidades o maldiciendo al prójimo y luego citando versículos bíblicos, ya que el cristianismo es incompatible con todo lo deshonesto e injusto, por ello el cristianismo es el estándar moral más alto que está a disposición de todos los seres humanos que deseen rendir sus vidas el Señor Jesucristo.