Ecuador ya cayó; México desde hace ratos y Colombia ya se acostumbró a vivir con ese mal. ¿Cuál será el próximo país en el que se desatará una guerra por la culpa del crimen organizado, y de los gobiernos corruptos e incompetentes que lo dejaron crecer en sus narices –por no decir con complicidad y a sabiendas?

Con las muy distantes diferencias y excepciones del resto de países, solo Chile, Uruguay, Costa Rica, Nicaragua y Cuba (tengo entendido), se salvan del flagelo de la delincuencia en comparación con las demás naciones del subcontinente. Los últimos dos países por el régimen represivo que los caracteriza, y los primeros tres, por ser países verdaderamente democráticos. Suena gracioso como los extremos se unen.

Me preocupa mucho Honduras, este país vecino y hermano en el que llevo viviendo más de 16 años, porque cumple muchos de los requisitos para caer en una crisis de ingobernabilidad que lo pueda llevar no solo a la situación de Ecuador, sino incluso a la de Haití cuya capital, Puerto Príncipe, se la repartieron en pedazos las diferentes bandas armadas que ahora desgobiernan la ciudad, tanto así que la policía tiene que pedir permiso para entrar y salir; hasta tienen que buscar a los delincuentes, hacer cita y ponerse a negociar. Un Estado arrodillado completamente ante el crimen. Una Somalia caribeña en todo sentido.

Insisto: me preocupa Honduras, porque cuenta con todas las características de una república que se dirige a dejar de serlo, con un sistema democrático desvencijado y con una tendencia de los tres últimos gobernantes al autoritarismo: Porfirio Lobo, Juan Orlando Hernández y el exgobernante defenestrado, que es el que gobierna de hecho el país actualmente, José Manuel Zelaya Rosales.

Se les quema el dulce, les pican las manos por permanecer en el poder. En sus respectivos turnos al mando, han tomado decisiones antojadizas, inconsultas y unilaterales, y tienden a enriquecerse de forma descarada, aparte de que los tres han sido relacionados con el narcotráfico, sea ellos o sus parientes muy cercanos.

Porfirio Lobo tiene a un hijo condenado a cadena perpetua en los Estados Unidos por narco, aparte que hace un par de años le asesinaron a uno de los hijos menores en un operativo digno de los narcos colombianos. Juan Orlando Hernández está siendo enjuiciado por ser directamente narcotraficante y su hermano, Antonio Hernández, ya fue sentenciado también a cadena perpetua por el mismo ilícito. José Manuel Zelaya Rosales no ha sido relacionado directamente, pero tanto en su período presidencial 2005 a 2009, y ahora que mueve los hilos del poder, el narcotráfico ha aumentado, y su hermano, actual diputado y directivo del Congreso Nacional, Carlos Zelaya Rosales, ha sido mencionado por organismos de investigación por estar relacionados directamente al tráfico de estupefacientes.

Con esas hojas de vida y esa parentela no es de extrañarse que la institucionalidad sea muy débil en el país, no solo por la corrupción, sino también por el constante manoseo que hacen de las mismas los políticos de turno, desfigurando por completo la naturaleza de las misas y desviando el correcto camino hacia sus objetivos establecidos en la Constitución y las leyes: Corte Suprema de Justicia y tribunales, Consejo Nacional Electoral, Tribunal Superior de Cuentas, Ministerio Público, Procuraduría General de la República, Policía y Fuerzas Armadas, todas estas instituciones terminan sirviendo al que está en el Poder Ejecutivo, en el ejercicio de un caudillismo tan indignante como asombroso.

De allí para abajo todo se va desmoronando poco a poco. No es por casualidad, ni por maldad de entidades internacionales, que sitúan al país como uno de los más corruptos de América Latina, y por ello, también, los Estados Unidos tienen casi dos décadas de no otorgar los beneficios ni la ayuda de la tan codiciada Cuenta del Milenio.

En resumen: con gobernantes involucrados al narcotráfico y con instituciones endebles por serviles, me temo que no está lejos que vivamos una situación similar, y no es por echarle más leña al fuego, pero desde que inició este gobierno de izquierda, hace dos años exactamente, el pleito entre bandas de narcos ha resurgido como en la década del 2000, que tuvo su mayor auge en el 2013 cuando Honduras, y en particular la ciudad de San Pedro Sula, se ubicaba en el primer lugar de las ciudades más violentas del mundo.

Hay que estar atentos y poner las barbas en remojo.