Durante la última marcha del primero de mayo, me impactó la creatividad, profundidad de mensaje y sentida convicción de un manifestante que plasmó en su cartel un fulminante dardo dirigido al presidente Bukele: “Tu publicidad no es mi realidad”. Y es que, con el tormentoso arribo al cuarto año de Gobierno, es evidente el desgaste y malestar, producto de acciones autoritarias y de erradas políticas públicas que aceleraron el grave deterioro institucional, el ascenso de la represión y persecución política. Esta última se ha cebado contra medios de comunicación, periodistas independientes, la sociedad civil, organizaciones populares, ONG, y críticos al régimen, mostrando así un peligroso retroceso hacia el pasado sufrido durante las peores dictaduras militares.

El mayor logro para Bukele en su cuarto año, adornado con una millonaria publicidad, es la imposición de la decimocuarta prórroga al Régimen de Excepción, transgrediendo el Art. 30 de la Constitución, relativo a que esa prórroga solo es posible si continúan las circunstancias que lo motivaron. El motivo del Régimen de Excepción fue la racha de ochenta y siete homicidios ocurridos en la última semana de marzo 2022, la mayor desde la firma de La Paz; probablemente ocurrida tras el fracaso de las negociaciones entre el Gobierno de Bukele con las pandillas, como fue señalado por sendas investigaciones periodísticas de El Faro. Resulta extraña su prórroga, cuando el régimen grita a los cuatro vientos que ya no hay homicidios por pandillas. Por ello, en realidad el principal móvil del Régimen de Excepción y la Guerra Contra las Pandillas es apuntalar la pretensión de reelección de Bukele.

La imposición del Régimen de Excepción implica graves violaciones a los Derechos Humanos, convirtiéndolo -como lo afirmó el Cardenal Gregorio Rosa Chávez- en un “régimen de terror”. Así lo atestiguan las 69,000 mil detenciones arbitrarias, incluyendo a miles de inocentes; hacinamiento en condiciones infrahumanas; un sistema penitenciario que hasta marzo 2022 tenía 39,000 presos y ya estaba saturado en más del 300%. Hoy convirtieron al país en la mayor cárcel del mundo. Esas ergástulas operan de la misma forma como en la antigua Roma: castigaban a los esclavos que ofendían al Señor. De los cautivos, 152 han muerto bajo custodia gubernamental, sin que a la fecha haya investigación. De los escasos liberados, el Gobierno no asume reivindicación por la pérdida de empleos, el deterioro de salud o la pérdida de bienes por mora en sus créditos.

Luego de cuatro años de Gobierno, es palpable el deterioro de las condiciones de vida de la población, principalmente por el crecimiento de la pobreza, que al inicio de esta gestión se situaba en el 22,8%, y de acuerdo a datos oficiales, se elevó al 26,6%. Entre las causas del deterioro están: el aumento del costo de la canasta básica, de apenas 22 productos, que en el espacio urbano aumentó en noventa y seis dólares; mientras en la ruralidad se incrementó en noventa dólares. La responsabilidad de esto recae en la falta de rumbo de la gestión económica del Ejecutivo, siendo muy grave el abandono al sector agropecuario, así como la equivocada apuesta por el Bitcoin.

Uno de los mayores retrocesos en estos cuatro años es el desmantelamiento de la reforma del sector salud, que no pudo avanzar en la ruta de la integración del sistema público. De acuerdo a datos del MINSAL, se han agravado las Enfermedades No Transmisibles Priorizadas (ENTP), que afectan en mayor medida a la población entre 30 y 69 años, con dolencias como: problemas cardiovasculares, enfermedad renal crónica, diabetes, cáncer y padecimientos respiratorios, que en el año 2015 eran la causa del deceso de 219,9 personas por cien mil habitante y que se disparó a 270,6 en 2022. A estos datos debe agregarse el creciente aumento de dolencias consideradas comunes como: los 567,030 casos de enfermedades respiratorias; 71,270 casos de enfermedades diarreicas agudas; 1595 casos sospechosos de dengue; 204 muertes por neumonía; y 25 muertes por diarrea. Este deterioro es mayor si se agrega el grave desabastecimiento de medicamentos en el sistema público, la falta de médicos especialistas; el fracaso del Hospital El Salvador, considerado por el presidente Bukele “el hospital más cool”; y la falta de voluntad para construir los nuevos Hospital Rosales y Hospital Regional Norte en Nejapa, cuando el Gobierno dispone del financiamiento respectivo.

Las perspectivas económicas y sociales van cuesta abajo al final del Gobierno de Bukele. De hecho, no son nada esperanzadoras, sobre todo por el escaso crecimiento económico, calculado por los organismos especializados en apenas 1,7% para 2024. De ahí que el Régimen de Excepción y La Guerra contra las Pandillas serán las películas trágicas que continuaremos viendo, mientras la realidad, como puede apreciarse al contrastarla con los números fríos, es otra.