La preocupación del papa Francisco es genuina en cuanto a la catástrofe ecológica que está viviendo el planeta, por lo cual alertó a los líderes del mundo para crear políticas y desarrollar acciones que permitan atenuar las nefastas consecuencias que afectan a la naturaleza y a los seres vivos. La iglesia católica está posicionándose del tema ecológico, pues el desequilibrio del fenómeno es grave y ya está presente. “Es hora de trabajar juntos para detener la catástrofe ecológica ante de que sea demasiado tarde”, dijo Su Santidad, al dirigirse a los líderes del mundo, mediante una videoconferencia con el expresidente estadounidense Bill Clinton, durante la apertura de la Iniciativa Global Clinton del año en curso.

Los científicos y estudiosos del clima y las condiciones atmosféricas han predicho que 2023 será el año más caluroso, hasta ahora registrado por la humanidad. El 2024 puede ser peor y el 2025 mucho peor. Este año hemos tenido un verano marcado por olas intensas de calor que han producido muchos muertos en todos los rincones de la Tierra, sequías que han acabado con cosechas enteras de granos básicos y forrajes, incendios forestales que han terminado con bosques y personas, así como inundaciones, desbordamientos, deslaves y otras catástrofes que han provocado luto, dolor, pobreza y desgracias humanas.

Está claro que Francisco, el simpático papa argentino que ha procurado acercarse más a la población mundial, con posicionamientos de interés humanitarios y populares, busca que la iglesia católica salga del enclaustramiento y se identifique con las verdaderas necesidades de la aldea global. La iglesia va al encuentro de su gente y asume un liderazgo obligado por la espiritualidad y por la realidad tangible. Es una forma de hacer más cristiana la ética y moralidad de la iglesia y sus líderes. En ese sentido los desastres ecológicos, son un problema latente que necesitan liderazgo, por lo que el papa ha hecho de la crisis climática un pilar fundamental para generar conciencia en los líderes mundiales.

La promesa de Francisco es seguir de cerca con el tema ecológico y escribir un nuevo documento papal para darle continuidad a la histórica encíclica publicada el 24 de mayo de 2015. En aquel entonces publicó Laudato Si’ (Alabado seas, en italiano), la encíclica que habla sobre la necesidad de proteger el medio ambiente, afrontar los peligros y desafíos del cambio climático y reducir el uso de combustibles fósiles. Con este escrito Francisco dejaba claro que la iglesia se centra en el cuidado del entorno natural y de todas las personas, así como en cuestiones más amplias de la relación entre Dios, los seres humanos y el planeta.

Todos estamos obligados a proteger la ecología, pero algunos más que otros, como los líderes mundiales son los llamados a abanderar este esfuerzo que es de vida o muerte. Hablar del cambio climático y sus nefastas consecuenciasdejó de ser una utopía a mediano o largo plazo o parte de un guion fantástico con ritmo hollywoodense. Ya es parte de nuestra cotidianidad sin que estemos preparados para enfrentarla. Los líderes mundiales están obligados, por poder o solidaridad, a tomar el estandarte de la lucha para frenar la catástrofe ecológica.

De hecho, la videoconferencia se desarrolló justo antes del inicio de la Cumbre sobre la Ambición Climática, en la que los países del G20, motivados por el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Antonio Guterres, buscaban acelerar sus acciones con la esperanza de mantener vivo el Acuerdo de París. Dicho acuerdo fue firmado por los 20 países más poderosos del mundo el 12 de diciembre de 2015, después de la encíclica papal, y entró en vigencia el 4 de noviembre de 2016. El Acuerdo incluye compromisos de todos los países para reducir sus emisiones de gases y colaborar juntos a efecto de adaptarse a los impactos del cambio climático, así como llamamientos a estos países para que aumenten sus compromisos con el tiempo. Algunos han incrementado sus compromisos, otros no tanto, incluso se han mostrado apáticos a honrar el compromiso, por eso el llamado de Su Santidad. La humanidad no puede seguir enfrascada en guerras estériles que solo llevan estancamiento y dolor. En vez de guerras la humanidad debe apostar por proteger nuestra “casa común”, como le llama Francisco.

La naturaleza es infalible. La apuesta mundial es minimizar las consecuencias negativas de la catástrofe ecológica. Algunos fenómenos ya son inevitables, pero la humanidad debe tener plena conciencia de ello y generar mejores condiciones para atenuar los daños. No todo está perdido y la unidad mundial puede atacar con acciones contempladas en políticas universales, el fenómeno del daño al ecosistema.

A veces el problema de la humanidad es pensar que solo los que tienen el poder político y económico son los obligados a aupar la lucha contra el cambio ecológico, pero en realidad el calentamiento global y sus repercusiones son para todos. Igual es insoportable el incremento del calor en El Salvador, Argentina, España. Haití, Venezuela, Irán, Nigeria, China, México, Países Bajos, Sudáfrica y hasta en los países nórdicos. Entonces, los países del G20 están obligados a tomar la batuta del esfuerzo, pero las demás naciones también están obligadas a dar su aporte. Un árbol menos afecta en cualquier territorio, una emisión de gases es tan nociva en un bosque como en un desierto.

La humanidad, sin excepción, estamos ya sufriendo las consecuencias negativas del cambio climático. La Cumbre sobre la Ambición Climática del G20 terminó con promesas, tal vez influenciadas por Su Santidad. De dicha cumbre salieron propuestas idealistas de mayor compromiso para luchar contra la catástrofe ecológica generada por el cambio climatológico. No todo está perdido, el cambio es posible, con fe y conciencia para cuidar nuestra “casa común”... La Tierra.