La profunda y entrañable manera de interpretar y plasmar los hechos que tenía la escritora Virginia Woolf, no solo producen ciertos sentimientos que se nutren desde las raíces a escala de grises y nos dejan con la sensación de estar frente a un atardecer hermoso pero con un acantilado bajo nuestros pies esperando ser notado al parpadeo.

Nostálgica y sensible, así era descrita esta maravillosa escritora londinense, que al igual que otra grande de la literatura como Alfonsina Storni, decidieron irse de este plano existencial a través del elemento vital de la cosmogonía, en vertientes naturales buscando un recogimiento o tratando de conectar con lo etéreo que no fue posible alcanzarlo acá más aún si, intuirlo.

Pequeños de espíritu seríamos si reducimos a un solo adjetivo el final de estas mentes que encendieron tantas luces en pensamientos, allanaron el camino tanto de mujeres como hombres, puesto que la sensibilidad y conciencia son cualidades humanas que no obedecen a un género.

Pudiera acontecer, como se esperaría, que por medio de conocer otros ángulos de observación, es cuando logramos ser trastocados en los muchos paradigmas que se encuentran en nuestras conciencias, según sea la inquietud en la autonomía de pensamiento. Dejando de ser un poco...”gente recortada y vacía...”como dijo Alfonsina en su poema ¿Qué diría?, debemos ver más de dos veces para comprender que no todo puede ser definido de manera irrebatible; puesto que circunstancialmente ocurre que aquello que escuchamos ya en la puerta y creímos haberlo entendido solo realmente lo oímos, como un ruido lejano, al cual asentimos por inercia con la cabeza y de una vez alzando el hombro hasta la barbilla para no regresar y pedir replica de lo emitido porque no tendría el menor sentido si no vemos más allá de lo que hay.

Podemos aprender de todo al centrar nuestra atención, ya sea de una reconfirmación o una ampliación de criterios, por lo que no es conveniente desmeritar antes de sustraer lo útil.

Indiferente del contexto que observemos, sea este frívolo o hasta un poco hueco, pueden notarse vetas de reflexión. En una película rosa de una icónica muñeca, se encuentra una rescatable apreciación sobre no definirnos en torno a nada ni a nadie, sino buscar el sentido de nuestras vidas fiel a la esencia propia. En este caso, las mujeres librando una lucha diaria en un mundo polarizado e hipócrita que ha construido estereotipos en paralelo a juzgamientos por incumplir tales estándares. Pero que debe perseverarse en la búsqueda del sentido de la existencia y no temer que algún cuestionamiento existencial derrumbara una casa de muñecas y la realidad rosa se pueda esfumar. Al menos, eso interprete.

Hay tanto que nos puede enseñar, puesto que estamos aquí para aprender, conocer y evolucionar. Recortarnos y vaciarnos para poder encajar en una artificial aceptación contrarresta a la propia esencia, la cual tarde o temprano reclamaría el progreso emocional.