Durante la administración del ahora prófugo Carlos Mauricio Funes, hubo un tiempo en el cual se desempeñó como ministro de Justicia y Seguridad Pública, el ya condenado general David Munguía Payes, uno de los promotores y gestores de la “tregua entre pandillas” que tanto daño le hizo a la nación, pues se incrementaron las extorsiones, lo desaparecidos, los cementerios clandestinos y los privilegios para los pandilleros, a tal punto que hasta se crearon “municipios santuarios y los pandilleros vivían a “cuerpo de rey” en los centros penales. La susodicha “tregua” nunca disminuyó los homicidios, pero incrementó los desaparecidos y los cementerios clandestinos.

En ese marco de falsedades, Funes y Munguía quisieron engañar a la población haciéndole creer que el accionar de las pandillas había disminuido al igual que la delincuencia en genera. La población se quejaba del aumento de los hurtos, robos y asaltos a toda hora del día, especialmente en el transporte público. Ambos funcionarios anunciaron un plan de policías encubiertos en buses y microbuses que no funcionó porque los asaltos continuaron.



El gobierno insistía asegurando que su plan era exitoso y al general Munguía se le ocurrió la “brillante” idea de demostrarlo personalmente subiéndose personalmente. Su equipo de comunicaciones realizó la convocatoria de prensa y en efecto el día y hora señalada el general acompañado de decenas de cámaras de televisión, fotoperiodistas, redactores, decenas de guardaespaldas armados como si iban a una guerra, abordó de manera “sorpresiva” varias unidades en el centro capitalino. Por cierto, unidad que abordaba el ministro, el sequito de guardaespaldas y los periodistas, era escoltada por patrullas policiales.

Exacto, ese día, y solo ese día, no hubo asaltos en las unidades abordadas por el ministro, su seguridad y los periodistas. Hubo asaltos, pero en otros lugares o en otras rutas. Y es que los delincuentes son malos no tontos.

Guardando las distancias abismales, algo parecido ocurre con el alza de los precios de las verduras. Pese al llamado presidencial efectuado a través de cadena nacional la semana pasada, los precios siguen altos, pues los pequeños comerciantes aducen que ellos compran caro a los mayoristas que a la vez sostienen que los agro productores le han incrementado a las verduras y hortalizas. Estos últimos culpan al alto costo del flete y a los daños causados por los eventos naturales.

Algunos comerciantes mayoritarios, tras el llamado presidencial a la conciencia le bajaron centavos, pero solo ante la frescura del mensaje y la visita de algunos funcionarios y periodistas. Apenas se retiraron los funcionarios y los comunicadores los precios los volvieron a subir. En los mercados los precios siguen altos sin que se pueda culpar o sancionar a acaparadores, ya que frutas, verduras y hortalizas son productos perecederos.

Se debe investigar cual es la causa real del aumento y desarrollar una política nacional de control de precios para evitar los abusos y una política de fomento del agro. Los controles deben ser enfocados, permanentes y sorpresivos cuando se requiera. En épocas festivas se anuncia con lujos de detalle donde se harán inspecciones, dando chance a los malos comerciantes para que oculten producto vencido o que modifiquen los precios.

Me parece atinado y razonable el llamado presidencial, pero hasta ahora no ha dado los resultados esperados por la población porque en los mercados y supermercados los vegetales siguen caros. Habrá que esperar acciones más allá de agromercados focalzador en algunos distritos.


Jaime Ulises Marinero es periodista