Si los seres humanos tuviéramos un poco más de amor y tolerancia hacia nuestros semejantes, no habría hambre, violencia, divisiones, odio, venganza y avaricia desmedida por acumular riquezas mal habidas, que al final crean la brecha de la desigualdad. Cuando el ser humano entienda que al morir no se lleva nada, entonces comprenderá que somos polvo y por muy grande o poderoso que haya sido en esta tierra, todo orgullo queda reducido a un féretro sin vida. Por ello el Señor Jesucristo dijo: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente (Juan 11:25-26).

De manera que el tiempo y la salud es el tesoro más valioso que Dios nos regala, ya que con ello podemos producir dinero en abundancia, pero jamas se podría comprar tiempo ni salud. Así que el mejor regalo que le puedes dar a tus semejantes menos favorecidos es apartar de tu tiempo para llevar ayuda con amor a los que ahora sufren el desempleo y la pobreza, ya que no debe ser facil para un padre de familia explicarle a un hijo que no hay dinero para adquirir alimentos. Entonces lo que se requiere en estos tiempos es ser más empáticos frente a los más necesitados.

Recordemos que el dinero va y viene, y acumulado en un banco o en bienes tangibles o intangibles, no tiene ningún valor, pero el dinero adquirido de forma honrada y destinado para ayudar a las personas desfavorecidas, es el único dinero que tiene un verdadero valor. Alejandro Magno antes de morir dio las siguientes indicaciones: Que su ataúd fuese llevado en hombros y transportado por los mejores médicos de la época. Que los tesoros que había conquistado (plata, oro, piedras preciosas), fueran esparcidos por el camino hasta su tumba. Y que sus manos quedaran balanceándose en el aire, fuera del ataúd, a la vista de todos.

Al oir esto uno de sus generales, asombrado por tan insólitos deseos, le preguntó a Alejandro cuáles son tus razones ante tales peticiones. Alejandro le explicó: Primero, quiero que los más eminentes médicos carguen mi ataúd para así mostrar que ellos no tienen poder ante la muerte. Segundo: quiero que el suelo sea cubierto por mis tesoros para que todos puedan ver que los bienes materiales aquí han quedado, no es posible que me los lleve.

Y finalmente: quiero que mis manos se balanceen al viento, para que las personas puedan ver que vinimos con las manos vacías, y con las manos vacías partimos, cuando se nos termina el más valioso de los tesoros que es la saludad y el tiempo.

Alejandro fue uno de los mayores conquistadores de la historia, destacó por su brillantez táctica y por la velocidad con la que cruzó y conquisto grandes extensiones territoriales. Aunque fue valiente y generoso, supo ser cruel y despiadado cuando la situación política lo requería, pero ni todos sus logros y grandeza, pudieron detener la muerte, por ello la humildad es fundamental.

El Apóstol Pablo lo dijo así: “Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores. (1 Timoteo 6:6-10).

En suma, la generosidad, la empatía y el amor al prójimo para suplir las necesidades de los menos afortunados haran la diferencia entre una persona que siente amor y empatía frente al sufrimiento de los más débiles versus aquella persona que se volvió esclava de las riquezas al poner su amor en el dinero. La Biblia no enseña que el dinero sea malo, ya que este es amoral, pero si enseña que el amor desmedido al dinero, conduce a las personas por la oscuridad, destrucción y perdición. “Ayuda a los demás en silencio”