Quizás al fiscal Curruchiche sus patrocinadores lo lanzaron a la batalla sin hacer un análisis cuidadoso. La reciente encuesta que da el 63% a Bernardo Arévalo (Movimiento Semilla) frente al 37% de Sandra Torres (Unión Nacional de la Esperanza, UNE) podría estar mostrando la desesperación de los poderes fácticos por parar, descarrilar o bloquear lo que parece ficha cantada para Arévalo. No puede negarse que Curruchiche está haciendo el mandado con diligencia y agresividad. El tiempo corre y ‘algo’ debe hacer para que ‘los patrones del mal’ no lo acusen después de inmovilismo.

Ese dato de la reciente encuesta también muestra otra cosa: pareciera que una corriente subterránea, que se expresará en las urnas el 20 de agosto, ha emprendido ya el camino del relevo gubernamental. Y las figuras comprometidas hasta el tuétano con la corrupción (entre ellas, el aún presidente Giammattei) están viendo cómo el castillo de arena comienza a deshacerse.

Un gobierno del Movimiento Semilla y sus aliados será muy complicado y lleno de obstáculos. Eso está claro. Pero significará un drástico cambio en la correlación de fuerzas políticas. No es mucho lo que en un inicio pueda hacerse frente a los desequilibrios estructurales que agobian a Guatemala, pero en el campo político se abre un boquete inesperado que la organización y la movilización político-sociales de cuño progresista tendrán que aprovechar hasta el último centímetro.

Si esos porcentajes que arroja la encuesta se sostienen hasta el 20 de agosto, pues varios tendrían que ir haciendo sus maletas, porque la vara de la anticorrupción será el expediente político que le abrirá el camino a ese gobierno.

El hecho de que la candidata Sandra Torres no se haya presentado al debate electoral ya sugiere que algo salió mal en su diseño, en su propuesta y en el ánimo de sus patrocinadores. Puesto que el equipo de campaña de Sandra Torres ha leído con cuidado la encuesta donde su candidata está varios tramos abajo del candidato Bernardo Arévalo, es de suponer que en las filas de la UNE hay ya pánico. El haberse ‘cambiado la camiseta’ por una menos estridente y no hacer críticas a la desastrosa y escandalosa gestión encabezada por Giammattei, le está pasando factura a la UNE. Porque si esa distancia que la encuesta muestra, entre Arévalo y Torres, persiste hasta el final, pues ese arroz ya se coció.

El papel del fiscal Curruchiche será siempre recordado, porque gracias a su intervención el traspié que quiso provocar al Movimiento Semilla se convirtió en un bumerán, que podría cambiar el escenario político guatemalteco. E irradiar ‘algo’ a sus vecinos centroamericanos.

¿Es posible una voltereta a esto que la encuesta estaría mostrando en las preferencias electorales? Sí, claro, porque la volatilidad electoral es algo muy propio del ‘kollektives Unbewusstes’ (el inconsciente colectivo, según Jung).

Sin embargo, por ahora, todo indica que Bernardo Arévalo, será presidente de Guatemala (como su padre, Juan José Arévalo, entre 1945 y 1951), en un momento de gran fragilidad para el país y donde un informe y más o menos silencioso electorado ha decidido darle la espalda, en esta ocasión, a toda esa truculencia politiquera que desde hace décadas no deja que Guatemala florezca.

Para el Movimiento Semilla y el obligado gobierno de unidad nacional al que deberá abocarse de inmediato, el reto es colosal y hasta desproporcionado. Tiene casi todo en contra. Su propuesta electoral, que ha filtrado en esta segunda parte de la campaña, es tímida y con muchas casillas vacías. Eso es prudencia, se dirá. Es probable. Pero también podría resultarle en un bumerán.

Los problemas de Guatemala, como los de los otros países centroamericanos (¡Costa Rica incluida!) son de gran calado y apremio. El subdesarrollo y la dependencia sempiterna son serpientes que asfixian hasta al más bien intencionado.

Hay muchas espadas que estarán esperando a Arévalo para zaherir su gestión: el narcotráfico que en los alrededores de Izabal (por citar una sola zona) muestra cierto dominio territorial, la crisis ambiental (y la del agua, en primera fila) que hipoteca la vida de las nuevas generaciones, la cuestión indígena que sigue siendo una herida que no sana... Y, por supuesto, la corrupción que ha carcomido todos los intersticios del Estado, y a todo nivel.

La oportunidad que se vislumbra con un posible gobierno del Movimiento Semilla debería aprovecharse para configurar una agenda estratégica para Guatemala. Y eso, deben estar seguros, que tendrá mucho impacto en Centroamérica, tan carente de rumbo y con tanto sobrepeso de ilusiones vanas.