Se vale soñar y llenarnos el alma de ilusiones, no importa si nos llaman masoquistas, pero los buenos aficionados queremos que nuestra Selección nacional de fútbol clasifique al Mundial 2026. Ya pasaron diez mundiales desde la última vez que tuvimos el honor de escuchar el Himno Nacional en un Mundial y es justo y necesario creer una vez más que vamos a clasificar.

Este jueves 6 de junio comienza el camino. Nuestra Selecta está en el grupo F junto a Puerto Rico, Anguila, Surinam y San Vicente y Granadinas. De estos cinco países dos clasificarán para una nueva ronda donde habrá doce selecciones repartidas en tres grupos. De cada uno de estos tres grupos los primeros clasificarán al mundial y los dos mejores segundos irán a un repechaje contra selecciones de otras confederaciones.

Este jueves la Selecta recibe a Puerto Rico, luego visita el domingo a San Vicente y Granadinas. Será en junio de 2025 cuando enfrente de local a Anguila y de visita a Surinam. Opinando con el corazón y la visión estricta de un aficionado que a veces cree saber más que el técnico (como todos) , El Salvador no debería tener mayores problemas para clasificar a la siguiente ronda, incluso siendo primero.

Sin la competición de las mejores selecciones de la Concacaf y seguras favoritas, Estados Unidos, México y Canadá, por ser anfitriones del Mundial 2026, se abre una gran oportunidad para la Azul y Blanco, pues a eso se agrega que el objetivo comercial de la FIFA ha abierto a 48 el número de países participantes. La Concacaf puede tener entre seis y ocho selecciones en la competición. Con los grandes favoritos fuera de la eliminatoria, sería un fracaso rotundo no clasificar ni siquiera a un repechaje. Si esta vez quedamos eliminados, aunque sea en la siguiente ronda, entonces había que pedirle a la FIFA que incremente a 200 el número de países participantes o que nos regale un pase de cortesía.

La teoría y el sentimiento patriótico suena ideal y el deseo es clasificar, pero la verdad es que en este momento fácilmente hay, en la Concacaf, cinco mejores selecciones que la salvadoreña. Hemos caído tanto que en ocasiones nos hemos visto rosando el fondo haciendo el ridículo en el plano competitivo. Aún así, surge la esperanza y la ilusión de estar en un nuevo mundial, porque hay confianza en el orgullo patrio que debe inspirar a cada seleccionado, motivado por el amor hacia nuestra nacionalidad.

La Selecta es el equipo de todos los salvadoreños. Ricos, pobres, letrados, iletrados, viejos, jóvenes, mujeres, hombres, ateos, cristianos, citadinos, campesinos, gente de todas las ideologías y niveles sociales y culturales, somos aficionados con el alma y el corazón azul. Hemos llorado, enfurecido, despotricado y gozado por los resultados. Cuando hemos ido al estadio hemos gritado el Himno Nacional porque en ese momento somos un mar de orgullo motivados por la pasión del fútbol en su máxima expresión: La Selecta.

Este jueves comienza un nuevo sueño. Comenzamos con falencias actuales producto de un proceso desordenado de años (décadas). Tenemos una liga muy deficiente, desde jugadores, dirigentes, entrenadores, patrocinadores y árbitros que poco aportan para mejorar nuestra liga, hasta falta de conciencia de quienes deberían dar un mejor aporte, por ejemplo, el Estado, la empresa privada, el periodismo deportivo (los medios de comunicación) y los aficionados que poco a poco nos volvieron malinchistas apoyando y “muriendo” por equipos europeos y jugadores estrellas que nada saben de nosotros y poco les importa nuestra existencia. Entre todos hemos hecho la maravillosa obra de tener una primera división deplorable (cansina, lenta, sin profesionalismo y poco vistosa), con escenarios inadecuados (mejor dicho malos o pésimos), sin formación sistemática de buenos futbolistas (sin procesos de formación colectivos o individuales) y sin una organización eficiente (cargada de deudas, violaciones contractuales, sometida a intereses particulares y sin visión más allá de las fronteras).

Sin embargo, “la Selecta es la Selecta” y la apoyamos. Cuando juega la Selección jugamos todos. A veces aflora el derrotismo acumulado por el fracaso tras fracaso que nos hace acumular decenas de partidos sin un gane, empero basta un gol y una victoria para creer y recuperar el “yocentrismo” del aficionado nato. La selección debe devolvernos una pizca de felicidad a base de juego bonito, voluntarioso, efectivo y victorioso. Hubo salvadoreños que nacieron y murieron sin coincidir con los Mundiales del 70 y 82, cuando hubo generaciones espontáneas que partiéndose la vida clasificaron a esas sendas gestas gloriosas.

A partir de este 6 de junio, una vez más refrendamos la esperanza de una tercera participación en un mundial. Unámonos todos. Confiemos en que el gane sobre Puerto Rico será el inicio para alcanzar la gloria, esa de la cual se llenaron y nos regalaron los grandes Jorge González, Jaime Rodríguez, Norberto Huezo, Francisco Jovel, Ramón Fagoaga, Baltazar Ramírez Zapata, Raúl Alfredo Magaña, Mauricio Rodríguez Lindo, Juan Ramón Martínez, Salvador Mariona, Salvador Flamenco, Guillermo Castro y otros talentosos, muchos de los cuales ya partieron de esta vida.

Tengamos esperanza. Confiemos en Dios que esta vez si se podrá. El camino parece superable (accesible) en la fase que comienza, luego se complica, pero hay tiempo para superar falencias toda vez que dirigentes, futbolistas, cuerpo técnico, empresa privada, Estado, afición y periodistas deportivos empujemos hacia un mismo ideal. Se vale soñar y yo sueño con la Selección de El Salvador en el Mundial 2026. Es mi ilusión.