Una película escalofriante basada en una realidad distópica, en la cual la humanidad había alcanzado su máxima capacidad de destruir el planeta, entre otras causas, sobrepoblándolo, se llama “Cuando el destino nos alcance”.

Comer carne era un lujo, una lata de café aún más, incluso agua pura...inconcebible. En El Salvador, el destino nos alcanzó hace ratos, aunque no en las formas y maneras de la película que les menciono, sino con respecto al poder de las maras.

Me motivó a escribir este artículo un reportaje de la BBC de Londres, sobre el asesinato de un exmiembro de la MS 13, apodado Escorpión, y la historia que se relata alrededor de él.

Ya el diario digital El Faro había escrito un libro fabuloso (por la sesuda investigación periodística que contiene), sobre el fenómeno de las maras, pero el reportaje que les menciono da un toque de actualidad escalofriante al asunto, actualidad que yo había ya mencionado en otras entregas: las maras mandan, dominan, cogobiernan.

El reportaje del prestigioso medio de información habla de ese fundador de la clica Cocos Locos de Sonsonate, que llegaron a dominar todo el municipio y más allá. De cómo se convirtió en informante de la Dirección Antinarcóticos (DAN), y sirvió de base para una mega redada que llevó a la cárcel a decenas de sus antiguos compinches, pero, sobre todo, y es lo que más me impactó (entre otras cosas), que les aseguraron 150 buses del servicio de transporte público. En otras palabras, lo que ya sabíamos, pero aunque lo sepamos, no deja de ser espantoso: se convirtieron en empresarios, pero no al estilo de los emprendedores, no, para nada, no ha sido así, sino que les robaron literalmente sus empresas a montón de verdaderos empresarios. Dejaron de extorsionar, en esos casos, para apropiarse de los medios de producción.

A ese punto me surgió la pregunta: ¿a cuánta gente despojaron de sus negocios? ¿Cuántos micros, pequeños, medianos, grandes empresarios estos pandilleros no les robaron el fruto de su esfuerzo? Años de inversión, de dedicación asaltados por unos hampones. Triste, en verdad muy triste.

Las otras preguntas son: ¿pagan impuestos? ¿Pagan los salarios mínimos o competitivos? ¿Los servicios públicos de telefonía, luz, agua, los cancelan o no? ¿Inscriben a sus empleados en el ISSS?

Cuando el crimen organizado se apodera de sectores de la economía, es un cáncer en medio de todo el sistema, que desfiguraba por completo la oferta y la demanda, la previsión social, la seguridad pública, todo, absolutamente todo, y entonces el país, aunque parezca que funciona, está carcomido por dentro y todo se desfigura, y así, sencillamente, no queda más que salir huyendo.

El destino nos alcanzó, sin duda, se temía allá en los inicios de los 90 que las pandillas dejaran de ser grupúsculos espontáneos de niños buscando recíproco apoyo para salir de sus hogares destruidos, para alimentarse de los basureros, de pedir dinero en la calle, en fin, de protegerse unos a otros, y que llegaran a ser un poder real, de facto, pero totalmente funcional que domine territorios completos del país donde legislan, juzgan y ejecutan.

Como ciudadano nunca les perdonaré esto a los políticos que nos gobernaron de ARENA y el FMLN: tienen la total culpa. Su trabajo era construir un país en el cual pudiéramos vivir en paz y tranquilidad después de medio siglo de dictadura militar y luego de diez años de guerra, pero no, se dedicaron a robar, a payasear, a olvidarse de gobernar, y esta cosecha de odio, de muerte, de la tiranía de las clicas, es culpa de esos dos partidos y de cada uno de sus funcionarios.

No puedo dejar de apoyar esta moción ilegal, pero efectiva y justa, del presidente Nayib Bukele, quien, si bien no es persona de mi agrado, hoy está ganándose la admiración de propios y extraños. No es “chiripa” que tenga más de un 80% de aprobación de la población.

Su esfuerzo y el de todo el sistema policial y militar, están tratando de revertir el enorme daño de políticos incompetentes que vieron crecer el fenómeno de las maras en sus narices.