El Presidente que tenemos no es un presidente normal. De ninguna manera. Ha roto todos los parámetros desde el mismo inicio en el que se metió a política. Hasta el pelo le creció cuando a los otros se les ha ido cayendo.

Yo no soy de los críticos que me mantengo en un extremo, de hecho, en la cuestión de la delincuencia me he confesado admirador y futuro votante del ilegalmente inscrito a la reelección, Nayib Bukele y, precisamente, en esta misma columna. Por lo tanto, es tan estúpido decir: “En mi opinión muy personal”, porque, es obvio que tu opinión será siempre muy personal, pero mi opinión es bien personal, muy mía realmente: lo que este gobierno ha hecho, y sigue haciendo para meter presos a los mareros, es encomiable. Pero tengo que agregar algo, que lo dejaré en suspenso: encarcelar mareros no es acabar con la delincuencia.

No se me equivoque mi señor Presidente, pero se le escapó lo principal: el fenómeno social de la delincuencia es mucho más complejo que solo meter gente a la cárcel. Nadie, serio, estudiado, se atreve, ni siquiera, a afirmar algo que parezca someramente cercano a que “ya metimos a la cárcel tantos mareros” y por lo tanto ya se ganó la lucha contra la delincuencia y, en consecuencia, El Salvador es un paraíso. ¡Nadie!

No se le olvide, mi querido Nayib, que hay tanto resentimiento que le va a explotar en la cara. Se lo dice alguien que tiene 40 años de tratar con gente que está en los estratos más bajos de la sociedad exigiendo un puesto en la misma.

Cada acción es una reacción. ¿Está usted preparado y sus cuerpos de seguridad para eso?

Disfruté todo su discurso en lo que se refirió a la seguridad, esa tranquilidad para poder caminar en la ciudad sin miedo, una ciudad capital totalmente renovada y hermosa. ¡Me encantó!

Pero su venta del país es bien pobre, muy pobre, realmente osteosporósica.

Eso de ser el centro del Surf en toda Latinoamérica, o sea, usted no tiene cuenta de las playas costarricenses, las brasileñas y las de República Dominicana. También eso de decir que la inversión internacional está llegando, ¿pero cuál? No, mi querido Presidente.

El discurso ante la ONU de usted me pareció un orgullo nacional, en cuanto a su parquedad, puntualidad y seriedad. Es el tipo de presidente que uno quiere escuchar cuando está hablando en un foro internacional pero, de allí a regocijarse por violar derechos humanos, por ser la capital del Surf, o sea, perdone, ya no lo apoyo.

Pero bien, aunque todo eso estuviera bien, como dije en mi artículo anterior, las preguntas puntuales son: “¿Cómo estamos en educación, inversión, creación de fuentes de trabajo, la mejor aplicación de la Ley en todas las ramas del derecho, etc.?” Su discurso fue excitante, pero no describe la verdad del país.