Mucho se ha escrito sobre el arrebatamiento de la iglesia de Cristo, incluso se han hecho innumerables películas y documentales sobre ello, sin embargo, la humanidad no se apercibe aun, muy a pesar de las señales que están aconteciendo en todo el mundo. El Señor Jesucristo lo explico así a los discípulos en Mateo 24:3-8. “Y estando él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo? Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe.

Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán. Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores” El mundo no ha sido ajeno a todos estos eventos desastrosos que han ocurrido, comenzando desde la primera guerra mundial, pasando por la pandemia de COVID-19, hasta llegar a la guerra que vive Ucrania y Rusia.

Una vez más podemos decir que la veracidad de la Biblia ha superado a cualquier expectativa científica o a dejado impertérrito a cualquier ateo, dado que cada una de las palabras dichas por el Señor Jesucristo hace más de dos mil años, se han venido cumpliendo paso a paso, ante una humanidad incrédula que sigue desafiando al creador, creyendo que pueden seguir jugando a ser Dios, envenenando el medio ambiente, decidiendo sobre el control poblacional, alimentando a nuestros hijos de hormonas y cuanta porquería inventan para cambiar el ADN humano, con el fin de adormecer a las masas.

En 2 Timoteo 3:1-5 dice así: “También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a estos evita” El apóstol Pablo, está retratando el comportamiento humano actual, aunque esto lo dijo hace más de dos mil años atrás. De manera que estamos frente a una sociedad, egoísta, sin afecto natural y eminentemente individualista, que a lo malo ha llamado bueno y a lo bueno malo, una sociedad que penaliza por quebrar un huevo de águila o que encarcela a una persona por atropellar a un animal, pero permite que se asesine a un ser humano por medio del aborto sin ninguna penalización, una sociedad que encarcela al honesto y deja en libertad al culpable, que persigue al que dice la verdad y pero enarbola al corrupto. En consecuencia, hemos llegado a los días de Noe, previo a la venida del Señor Jesucristo, tiempos de Sodoma y Gomorra.

Charles Spurgeon el príncipe de los predicadores lo dijo así; “El hombre construye para sí mismo un dios a su gusto; si no lo hace de madera o de piedra, lo hace de lo que él llama su propia conciencia, o su pensamiento cultural; una deidad a su gusto que no sea tan severa con sus iniquidades y perversidades” De manera que todos los acontecimientos apuntan a que el Señor Jesucristo viene pronto por una iglesia sin mancha y sin arrugas, recordemos que Noe, predico a la humanidad por 120 años, pero los humanos no quisieron creer lo del diluvio, porque pensaban que Noe, estaba loco, hasta que se cerró el arca

Lo mismo acontece ahora, las personas están tan afanadas, que no quieren obedecer al mensaje bíblico. Amiga o amigo lector, apercibirte, Jesús no quiere que nadie se pierda.
“Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras” (1 Tesalonicenses 4:16-17).