Recientemente las redes sociales y noticieros han estado inundados con historias y descripciones relacionados con la muerte del exasesor de seguridad del presente gobierno. Algunas personas han estado aireando declaraciones que mencionan lobotomías y cuerpos sin órganos, además de mostrar fotografías del cadáver; en mi opinión, con el único fin de sembrar horror, lástima y desprecio por el sistema de justicia. Aunque no poseo argumentos con evidencia sostenible para defender o atacar al presente sistema de justicia, sí creo que algunos conceptos desde la perspectiva médica tienen que ser aclarados.

El termino autopsia se define como “examen anatómico de un cadáver”. Esta herramienta en el ámbito médico y legal es de práctica común. ¿Cuándo está indicado una autopsia? Existen dos tipos de autopsia, la autopsia clínica y la autopsia médico legal. La autopsia clínica es el procedimiento que estudia las alteraciones morfológicas de los órganos y tejidos como consecuencia de la enfermedad y es realizada por el médico anatomopatólogo. La autopsia médico legal es la que se realiza en casos de muerte violenta o dudosa de criminalidad. Evidentemente, la autopsia que se realizó en el exasesor de seguridad fue una autopsia médico legal.

¿Cómo se hace una autopsia? Generalmente se comienza por la cabeza, lo que se conoce como tiempo craneal. Se limpia el hueso, realizando una incisión biparietal, se saca la calota craneana, se extrae y examina el cerebro. Luego se abren las cavidades torácica y abdominal, utilizando una incisión conocida como “Y” de Roux. Abierta la cavidad corporal, se extraen todos los órganos de la cavidad torácica y abdominal en “racimo”, es decir, se van disecando, adyacente a la columna vertebral, desde la lengua hasta el recto. Posteriormente se cierra el cadáver, sin los órganos y se entrega a la morgue para su disposición posterior. Luego el patólogo forense, inicia la disección de cada uno de los órganos y la toma de muestras para el examen microscópico de cada uno de los tejidos de los órganos corporales. Ambos, tanto el examen macroscópico como microscópico forman parte del reporte de la autopsia cuyo objetivo final es la definición de la causa de muerte.

El pasado 12 de febrero, un periódico de nuestro país (Prensa Gráfica, 12 de febrero), publicó un artículo en el que se mencionaba que el cuerpo de Muyshondt tenía evidencias de haber sido torturado. “El cuerpo tiene múltiples hematomas, tiene evidencias que fue torturado. Se ven los golpes, tiene agujeros, pero además pareciera ser que le practicaron una lobotomía, significa que sustrajeron su cerebro, lo cual pudiera interpretarse que es un procedimiento normal, porque cuando se le hace la autopsia se pesa el cerebro; el tema es cómo nosotros demostramos que verdaderamente el cerebro sigue estando en el cuerpo de Alejandro Muyshondt”.

Me llama profundamente la atención la utilización del término “lobotomía”. Este procedimiento se refiere comúnmente a toda clase de cirugías en los lóbulos frontales del cerebro, prefrontal —también llamada leucotomía—, frontal, temporal y parietal; sin embargo, debe llamarse propiamente lobotomía a la destrucción de las vías nerviosas sin extirpación, y lobectomía cuando sí haya extirpación. En el caso del señor Muyshondt, es bastante improbable que se le haya practicado una lobotomía, como parte de su tratamiento. Como mencionado anteriormente, la extracción del cerebro en el cadáver es parte del proceso de autopsia. En cuanto a la presencia de hematomas como signos de tortura, en un cadáver, me parece un deseo ingenuo, sino una total indigencia de ideas. Recordemos que la presencia de cianosis (coloración azulada de la piel) es un signo negativo de vida y es debido a la falta de oxígeno en sangre. “Querer demostrar que el cerebro sigue estando en el cuerpo”; posterior a una autopsia, entristece y deprime.

Aunque no es pertinente ni justo especular en estos momentos acerca de la causa de muerte, es justo mencionar que, de acuerdo con galenos cercanos al caso, esta persona presentaba enfermedades serias que progresivamente presentaban complicaciones con un riesgo serio de causar la muerte. Sería muy audaz y prepotente de mi parte el brindar una opinión profesional acerca de este caso. Me limito a tratar de explicar desde una arista médica y técnica las falacias teatrales que de este caso se han vertido.