Ese es el título de un libro que encontré hace unos días en una buhardilla de libros de segunda (o tal vez de cuarta). ¡Lleva 93 años rodando!, es decir, su fecha de edición es diciembre de 1930, y por fortuna en buenas condiciones para ser leído. Lo vi y me sorprendió hallarlo allí. Me apresuré a tomarlo, a preguntar su precio y a salir del lugar antes de que algo o alguien me lo arrebatara. Es un libro publicado en Madrid, por Ediciones Hoy, y consta de 348 páginas (índice incluido).

Al parecer tuvo dos propietarios que lo asumieron como tal, porque al inicio en la página donde solo está el título del libro está escrito, al parecer con pluma, María del Carmen Gutiérrez y a continuación el lugar y la fecha de adquisición (San Salvador 1960). Y después de eso la dirección de quien lo ha adquirido (quizá por si se extravía): Centro Urbano Libertad, avenida Libertad, #29. Sin embargo, en la siguiente página, donde van título, autor, traductor y editorial está estampado otro nombre: Carmen G. de Vela Ramos. También en la página 109, la nueva propietaria del libro colocó su nombre. Es de suponer que es quien tomó el relevo propietario de este curioso libro.

Pero hay algo más. La versión española la realizó J. G. Gorkin. ¿De quién se trata? Pues de Julián Gómez García, alias Julián Gorkin (1901-1987), en aquel momento de la traducción de ‘El gran organizador de derrotas’, contaba con 29 años. El traductor del libro regresó a España un poco después de la caída de Primo de Rivera a finales de enero de 1930. El año anterior, 1929, había roto con la Internacional Comunista, que es un poco como decir que se había desenganchado de la influencia de la Unión Soviética. Ese mismo año apareció otra traducción de Julián Gorkin: ‘La revolución desfigurada’ (del mismo autor de ‘El gran organizador de derrotas’).

El autor de ‘El gran organizador de derrotas’ es León Trotsky. Un autor prohibido por la jerarquía soviética. Y tal vez más: desde 1927 que fue defenestrado, pasando por su implacable persecución y cerco, hasta su asesinato el 21 de agosto de 1940 —dirigido con pasmosa delectación por Koba, es decir, José Stalin, en aquel momento máximo dirigente de la Unión Soviética— Trotsky fue fruta prohibida para los militantes políticos adherentes del imaginario socialista en todo el mundo. Fue feroz la labor de desacreditación que las autoridades soviéticas desplegaron contra Lev Davídovich Bronstein (el nombre real de León Trotsky), de origen judío y nacido en Bereslavka, Ucrania, el 7 de noviembre de 1879.

Esta condición de ‘apestado’ que se le grabó en la frente a Trotsky perdura hasta nuestros días: en la Rusia actual, y en estas tierras magras de América Central, donde la ignorancia pasa por virtud.

En nuestro medio se desconoce casi todo acerca de Trotsky y ya no digamos lo que tiene que ver con sus escritos, que desde hace años están disponibles en Internet, pero que no parecieran despertar la curiosidad. Y que son varios miles de páginas. Trotsky no era un dirigente político ágrafo, como los que hoy pululan por todo el planeta.

Trotsky, a la muerte de Lenin, en 1924, parecía llamado a relevarlo a la máxima posición dirigente de la Unión Soviética. Pero entonces se desató la sorda, aunque no disimulada, disputa entre los bolcheviques (denominación con la que eran conocidos los militantes comunistas rusos y afines), y esto llevó a que Stalin y sus aliados se impusieran, y de inmediato inició la labor de desacreditación y el aislamiento de Trotsky.

Durante tres años dentro de la Unión Soviética Trotsky y sus aliados de la dirección soviética intentaron modificar la correlación de fuerzas, pero fue imposible, y Trotsky terminó en Siberia desterrado, en 1928, y Alma Ata, en Asia Central, fue su destino. Detalles de otro destierro (1905) y de la salida al exilio los cuenta el propio Trotsky en un reciente libro que acaba de ser recuperado y que lleva por título ‘La fuga de Siberia en un trineo de renos’ (‘Presentación’ de Leonardo Padura, quien a su vez es autor de la novela ‘El hombre que amaba a los perros’, que va acerca del asesinato de Trotsky).

En febrero de 1929, Trotsky fue expulsado de la Unión Soviética y fue a parar a Turquía, a la isla Büyükada, que es una de las islas Príncipe, situadas frente a Estambul. Estuvo allí hasta 1933.