Este libro, ‘El gran organizador de derrotas’, es lo que se llama un texto integrado, esto es, partes diversas fueron ensambladas por su autor y unificadas por un título que trataba de dar una idea de las motivaciones de Trotsky en ese momento. Como no podía ser de otra manera, se trata de un libro de análisis político. Su índice va de la siguiente manera: ‘Prólogo’ [15 de abril 1930], ‘¿Y ahora...? Carta al Sexto Congreso de la Internacional Comunista’ (Alma Ata, 1 de julio de 1928), ‘Proyecto de Programa de la Internacional Comunista. Crítica a las tesis fundamentales’ [circa mayo 1928], ‘¿Quién dirige hoy la Internacional Comunista’? [circa agosto 1928], ‘La cuestión china después del Sexto Congreso’ [Alma Ata, 4 de octubre 1928].

Como puede apreciarse, se trata de materiales de discusión política redactados durante el destierro en Alma Ata. Escritos a vuela pluma y con la clara intención de clarificación e incidencia políticas. Trotsky está partiendo en esos escritos de que la ‘lucha ideológica’ continúa en el seno del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), sin importar que él esté fuera de los cargos.

Las cosas ya no fueron bien para Trotsky desde que se conformó el triunvirato entre Stalin, Kamenev y Zinoviev, que es el primer gran movimiento de tuercas exitoso de Stalin para dejar fuera de la jugada a Trotsky. Esto ocurrió en 1925. Pero a finales de 1926, la situación parece cambiar, porque Kamenev y Zinoviev, convergen con Trotsky en la llamada Oposición Unificada. Del otro lado, quedan la dupla Stalin-Bujarin. Estas dislocaciones y ‘correcciones’ de posición fueron habituales entre los bolcheviques. Lenin, en su momento, las vivió y las propició. Pero ahora ya no estaba Lenin para terciar, y Stalin pudo radicalizar los modos de vapulear a sus adversarios.

En 1927, con las cuestiones candentes en China y con la lucha contra los antiguos terratenientes del período zarista (kuláks) dentro de la Unión Soviética por parte de las políticas estatales, la disputa entre segmentos dentro de la dirección soviética alcanzó un punto álgido. Ese año, todos los principales exponentes de la Oposición Unificada son expulsados del máximo nivel de dirección (politburó), después los sacaron del Comité Central y al final los expulsaron del PCUS. Entonces, Zinoviev y Kamenev recularon, pidieron clemencia y fueron readmitidos. Trotsky se quedó solo en sus posiciones, y entonces Stalin enderezó baterías para desplazar a Bujarin. ¡Parece un juego de cartas!

En 1928 es deportado Trotsky para Alma Ata. Y es cuando escribe los materiales que en 1930 son agrupados en este libro, ‘El gran organizador de derrotas’. Y claro, en España ha caído la monarquía (el 14 de abril de 1931 se proclamaría la Segunda República) y parece abrirse un nuevo período político. El libro, calzado en diciembre de 1930, pues resulta oportuno para el momento español. Si se ordenan por orden cronológico todos los escritos que elaboró Trotsky entre 1928 y 1930, que son decenas, y se comparan con los pocos de Stalin, es claro que el enemigo a vencer era Trotsky. Como no estaba aún bien instalado el sistema de aniquilamiento que desembocó en la Gran Purga (1936-1939), Stalin optó por expulsar a Trotsky de la Unión Soviética y no por exterminarlo.

En algunas ediciones recientes (digitales) ahora el libro se llama ‘Stalin, el gran organizador de derrotas’, y por subtítulo llevaba ‘La III Internacional después de Lenin’. Sin embargo, el título y subtítulo de Ediciones Hoy (Madrid, 1930) es un tanto diferente: ‘El gran organizador de derrotas. La Internacional Comunista después de la muerte de Lenin’. La razón de esta diferencia podría estar en que el trotskismo no es lo mismo que Trotsky. Como no es lo mismo Marx que los marxistas. O en otros ámbitos: Freud y los freudianos.

Este libro que encontré hace unos días en la buhardilla referida, ya estaba aquí para enero de 1932. Y la pregunta que me asalta es quién lo trajo. Y eso tendría su importancia si se considera que el cuerpo intelectual salvadoreño interesado en estos asuntos no era muy extendido. Estaban los liberales ilustrados y los militantes comunistas, y hay que parar de contar. ¿Farabundo Martí lo trajo cuando ingresó después de febrero de 1931? ¿O fue Max Ricardo Cuenca que también ingresó por esa fecha? ¿O Moisés Castro y Morales que también vino en esa fecha? Los tres, al final del año formaban parte del núcleo de dirección del Partido Comunista de El Salvador, que se puso al frente del levantamiento insurreccional de enero de 1932.

¿Acaso leían a Trotsky?