Ejercer el sufragio es un derecho y un deber de todo ciudadano, así lo establecen los artículos 72 y 73 de la Constitución, de modo que todos los salvadoreños mayores de edad, estamos convocados este próximo 4 de febrero para ejercer con libertad el voto, sin presiones sin miedo y sin represarías. También el pueblo cristiano ha sido convocado, por lo que no es momento de quedarnos en casa, debemos de levantarnos e ir a cumplir como cristianos ese deber patriótico, para elegir a todos aquellos candidatos que no se oponen a los principios cristianos y que defienden los derechos de los más vulnerables.

Recordamos que ante todo gobierno, gobierna Dios, pero eso no significa que no hagamos nada como cristianos, sino todo lo contrario tenemos que contribuir eligiendo con sabiduría a los gobernantes. En 1 Timoteo 2:1-4, se nos ordena orar por nuestros líderes. En términos del ejercicio del poder y la política, hay evidencia en la Escritura de que algunas veces Dios se ha disgustado con las malas elecciones que hace su pueblo, por ejemplo, en Oseas 8:4 dice: “Ellos establecieron reyes, pero no escogidos por mí; constituyeron príncipes, más yo no lo supe; de su plata y de su oro hicieron ídolos para sí, para ser ellos mismos destruidos”

Los cristianos debemos de tener claro que los políticos solo buscarán nuestro respaldo en tiempos electorales, por lo tanto, sabemos que muchas de sus decisión en el ejercicio del poder serán contrarias al cristianismo, por esa razón debemos orar para que los gobernantes tomen decisiones que favorezcan a los pobres y que practiquen la justicia con todos y ante todo, por ello no debemos de poner nuestra confianza en hombre alguno, tal como se advierte en Jeremías 17:5 “Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová”

De manera que muchas de las desigualdades e injusticias se debe al liderazgo, que ejerce el poder sin la dirección de Dios (Proverbios 28:12). La Biblia da instrucciones a los cristianos para que obedezcamos a las autoridades legítimamente constituidas, a menos que éstas contraríen los mandamientos de Dios (Hechos 5:27-29). Como cristianos, debemos esforzarnos por elegir líderes temerosos de Dios (1 Samuel 12:13-25). Pero los candidatos o propuestas que son contrarios a los principios bíblicos, como: la vida, la familia, el matrimonio y la fe nunca deben ser elegidos para gobernar (Proverbios 14:34).

En consecuencia, los cristianos debemos votar guiados por el Señor Jesucristo e investigar la vida de cada candidato, de tal manera que se tenga un panorama claro de quiénes son las personas que en el futuro no votarán por propuestas que avalen los matrimonios igualitarios, que apoyen el aborto o que voten ocultando la información de los gastos públicos. Una buena parte de los cristianos en muchos países son oprimidos y perseguidos por defender los valores cristianos que son contrarios a las injusticias o los actos de corrupción, es decir sufren bajo gobiernos autoritarios que imponen su propia ley.

En nuestros días y época, hay gobernantes al rededor del mundo que quieren retirar el nombre y el mensaje del Señor Jesucristo de los espacios públicos, incluso en las escuelas no quieren que se hable de ello. De modo que el ejercicio del sufragio es una oportunidad para los cristianos de promover, proteger y preservar un buen gobierno que tema a Dios. Dejar pasar esa oportunidad, significa permitirles a los enemigos del Evangelio, que se apoderen de la cosa pública e impongan, el pragmatismo moral, la ideología de género, el abuso de poder, las injusticias y la ausencia de rendición de cuentas.

En otras palabras, los gobernaste pueden elegir proteger nuestros derechos individuales o pueden reprimirlos, también pueden crear leyes que restrinjan la adoración al Señor Jesucristo y por lo tanto coartar le derecho de propagar los valores bíblicos. Ellos pueden dirigir nuestra nación hacia la rectitud y la compasión a los más necesitados o hacia un desastre de proporciones inmorales. De modo que los cristianos, debemos levantarnos este cuatro de febrero y cumplir con nuestros deberes cívicos (Mateo 22:21). Eligiendo a los mejores ciudadanos que teman a Dios y respeten la Constitución.