Los Gobiernos se juzgan por los resultados en el uso de los recursos del Estado, con el objetivo de fomentar el desarrollo y el estado de bienestar de la población y se mide la productividad, el rendimiento y los objetivos logrados, para gobernar se requiere; 1. Información calificada que el organismo especial del Estado le informa qué es lo que está pasando en el momento 2. La acción política sustentada en base a la información recolectada y analizada 3. Voluntad política de tomar la decisión de hacer las cosas, para atender los temas específicos de orden nacional 4. El control del poder desde el centro neurálgico del mismo, a donde se toman las grandes decisiones, algunos políticos de larga data le llaman en los sótanos del poder.

Toda decisión a este nivel es estratégica; lo que implica calcular las probabilidades de los riesgos, prevenir los cambios de escenario para que cuando esté acorralado y acusado, conserve siempre el poder y la capacidad para poder entablar un proceso de negociación que absorba la multitud de intereses, los controles y las decisiones complejas, en este nivel el conocimiento y la inteligencia se vuelven más importantes que la voluntad para transformar los conflictos en las líneas tenues del poder, que es una realidad.

No hay fórmula mágica para administrar el Estado, lo mismo se aplica para ejercer el poder político, lo que sí demuestra la inteligencia es saber escoger los especialistas, es decir, los que se identifican como los arreglistas del poder, su trabajo consiste en afinar los actos, hechos y circunstancias políticas mediante la combinación de ideas de una manera concisa, coherente y aparentemente definitiva, incluyendo como documento de trabajo tratos políticos anteriores, el conocimiento histórico político del país que conlleva a la experiencia de como se transformaron los conflictos en su momento, se podría decir que es una especie de jurisprudencia política nacional, pero sin dejar por fuera la política mundial en sus distintas expresiones y lograr desempeñar una gestión presidencial con autoridad y eficacia.

Estos especialistas deben ser diestros en la combinación de las tácticas objetivas del poder, de lo que se trata es, como comunicar la información política de las estrategias enviando el mensaje que solo se juega con una carta, pero que en realidad se hace uso de varias cartas, unas van destapadas y otras tapadas, de una misma baraja y en circunstancias especiales en el juego del poder se puede hacer uso de otras cartas, de otra baraja, todo es cuestión de pragmatismo, pero hay que aprender de la realidad y de la historia para poderse mover en todos los espacios del poder y no jugar el juego de los enemigos, sino su propio juego a la ofensiva.

La estrategia da comienzo con un objetivo para el futuro y trabaja retrocediendo hasta el presente, paso a paso calculando las incontables variables que en la política por su propia esencia no se puede estar haciendo muchos ensayos, ni hacer por hacer, realmente el juego es saber a lo que juegas, siempre saber identificar las intenciones de lo que se trata. Desde el instante que un político toma posesión de su cargo, simultáneamente se abre un expediente que va guardando información de su hacer político y de la manera de hacer política, pero también hay otro expediente secreto, que “se conoce como expediente X” al cual tienen acceso muy pocas personas que se dedican a ejercer un control del poder, pero es un control de distinta naturaleza a lo que se ve, y que en las claves del poder se dice en el ejercicio del poder siempre hay una cara de la realidad que está prohibido que veas.

Es así, que cuando un político en el ejercicio de su cargo comete errores y es descubierto, algunas veces por soplos de los enemigos ocultos que merodean en el mismo poder, y otras veces por el mecanismo de la administración del Estado su peso político se tambalea, y la contingencia política generadas de tales circunstancias tiene que recurrir a mecanismos de defensa y se siente atacado por el poder, busca aliados, y no los encuentra, pretende ganarle al poder, pero está sumergido en una existencia y un laberinto sin fin, sin saber exactamente qué hacer, o a quien acudir, sin lograr seguridad jurídica, incluso personal, al filo de la navaja entre la vida y la nada, porque no se puede derrotar al poder.