El 2023 ha arrancado y aunque la realidad no se modifica solo por el cambio del calendario, un año nuevo permite, al menos, tener la esperanza de que este año sea mejor que el anterior. Muchas personas, empresas e instituciones aprovechan para planificar y establecerse metas. En ese proceso siempre es importante considerar el contexto, y estos son algunos de los elementos, especialmente en el ámbito económico que pueden marcar este 2023.

• Se espera que la economía internacional no pase por su mejor momento, de hecho, una recesión en las principales economías podría parecer inminente. En el caso de El Salvador lo que se proyecta es todavía un menor crecimiento que el que se tuvo en 2022 y además sería el país de la región centroamericana que tendría el peor desempeño económico como sucedió ya en 2022. Esto provocaría que una vez más la peor parte se las lleven las personas más vulnerabilizadas así como las empresas más pequeñas.

• Los niveles de pobreza, desigualdad e inseguridad alimentaria podrían seguirse incrementando si no se adoptan las decisiones adecuadas desde las políticas públicas. Además, las brechas territoriales se podrían seguir incrementando, especialmente en aquellos territorios menos favorecidos, en la medida que las municipalidades sigan sin contar con la capacidad de gestión y financiera para poder atender adecuadamente a la población.

• En el ámbito de las finanzas públicas uno de los puntos que se sigue prestando atención es si el gobierno caerá en impago. Sobre esto hay que indicar que hasta el momento el gobierno tiene la capacidad de poder cumplir con el monto del bono que se vence en este mes. Sin embargo, en el resto del año tiene una serie de compromisos que de no hacer nada, cada vez le costará más poderlos cumplir. Así que es muy posible que las noticias de retrasos en el pago de proveedores, inicios de obras, programas sociales o incluso en salarios continuarán.

• En un principio considerando el presupuesto aprobado para 2023, no se espera algún programa diferente del gobierno para poder atender el deterioro del poder adquisitivo de las familias. Sin embargo, no se debe descartar que, si el descontento crece y la popularidad del presidente baja, en un año electoral, se puedan ofrecer algunas supuestas pócimas mágicas sin que en realidad entren a resolver los problemas estructurales del país.
• El financiamiento del gobierno dependerá cada vez más de recursos internos, es decir, del dinero que le presten los bancos privados con recursos provenientes de los ahorros de la población salvadoreña. En principio el sistema financiero está sólido, pero en un contexto de una crisis económica internacional y con una economía dolarizada el riesgo podría ir aumentando, por lo que hay que estar monitoreando.

• En la medida que el precio del bitcóin siga bajo, seguramente desde el gobierno cada vez se hablará menos de este tema. Pero el daño seguirá estando presentado, pues las pérdidas en el valor de reserva de los recursos públicos utilizados seguirán representando un enorme costo de oportunidad para el país. Y sin que se revierta el bitcóin como moneda de curso legal, los riesgos para que la situación se deteriore seguirán estando presentes.

• En un año electoral la incertidumbre crecerá, especialmente en un contexto donde todo parece indicar que las reglas del juego democrático no se respetarán al buscarse una relección inconstitucional y además se continuará usando, quizá de una manera más descarada, todo el aparataje de la administración pública para garantizar esa victoria electoral a costa de lo que sea.

Las remesas y un giro en las proyecciones de la situación económica internacional podrían ayudar a un escenario más favorecedor. Sin embargo, el punto clave es que todos estos elementos que ahora pintan negativos, pueden modificarse en la medida que la población exija a la administración pública se priorice los indicadores de desarrollo por encima de los indicadores de popularidad y el bienestar de la población por encima de lo electoral.