Cuando se reconoce algo pero que es difícil poder llegar a darle un nombre, seguramente es el momento en el que la curiosidad  y la invención humana  transitan juntas en la interminable autopista del descubrimiento. Y es que uno de esos momentos fue el aparecimiento del color azul, siendo uno de los favoritos de muchos, en los que me incluyo.

Según registros científicos, el primer pigmento azul apareció en Egipto hace unos cinco mil años. En ese entonces de una mezcla de minerales resultó un color que no supieron  nombrarlo, pero que era asemejado con los tonos ya existente y previamente identificados, que eran los rojos y los verdes. El primero talvez fue prontamente familiarizado por la sangre y los verdes por las clorofilas que yacen en las plantas. Aunque sabían que no era igual, el pigmento azul, lo clasificaron como un tono oscuro dentro de los anteriores; sin embargo, con la variación de procedimientos surgirían otras tonalidades de aquel azul no clasificado, el cual fue utilizado en pinturas rupestres y numerosos objetos como ha sido demostrado por los paleontólogos a través de la historia. Como un detalle enigmático, el tiempo sepulto la receta de aquellos azules egipcios.

Ya en la Europa de los siglos XIV y XV, desde una mina remota y pequeña de Afganistán era importada la  piedra de lapislázuli, la cual era molida para  extraer su tonalidad azul; gracias a esta piedra semipreciosa el color azul ya era nombrado como tal. Al ser un pigmento raro también era caro de conseguir. De igual manera surgieron alternativas, como la azurita, de la que se obtenía otro tono. Se utilizó en pinturas, estatuas y más, aunque con una muy breve comercialización.

Con el paso del tiempo y en constantes ensayos químicos, algunos fueron accidentales en el sentido que hubo confusión de elementos, pero como tanto en la vida ya está orquestado, así nacería el azul de Prusia que más adelante marcaría su uso en los uniformes de militares y policías en varias naciones.

Al unísono del transcurrir de épocas, acá en América, los Mayas ya pintaban en con azul, muchos de sus murales prehispánicos son prueba de que esta civilización descubrió su azul en la naturaleza, en el añil. Sorprendieron a los colonizadores, ya habían inventado su azul desde antes que ellos llegaran a sus tierras. ¿Será la concordancia dentro de las etapas de descubrimiento y evolución  de cada civilización en la misma línea invisible al compás del tiempo? No lo sé, pero pienso que la fascinación siempre debió haber estado presente en cada imaginación al contemplar lo que estaba frente a sus ojos.

Le han dado bastantes connotaciones al color azul, desde tristeza, elegancia, inteligencia hasta problemas mentales, pero seguramente nada de eso es cierto. Muy dentro de cada uno tengo la certeza, que podemos crear azules inventados como dice Sandra Mihanovich en su canción me contaron que bajo el asfalto, tenemos y debemos de tener la capacidad de ver esos azules hermosos que logran contenernos ante tanta adversidad y dolor que existe. Después de todo, el cielo no es azul todos los días, al menos no del mismo tono, pero siempre se puede pintar de azul.

*Ivette María Fuentes es abogada