El problema de los militares es que una vez empiezan a reprimir le sienten el gusto y cuesta quitárselos. Pero eso quizá no sea tan terrible como que el presidente Nayib Bukele recurra a una decisión tan extrema e innecesaria.

El asombroso servilismo de los diputados, que olvidan todas las normas del parlamentarismo, expresión más auténtica del sistema democrático...ya ni para qué hablar de eso. Lo cierto es que ya estamos en esto y ni modo, a seguir viendo con tristeza la concentración del poder, y los atisbos de la dictadura.

Hablar de los pandilleros es temerario, casi suicida, pero hay que aprovechar la poca libertad que nos queda para opinar sobre el tema sin que por ello atenten contra nuestra vida, como sí ha sucedido contra generadores de opinión y periodistas en tantas partes del otrora México lindo y querido.

Sin duda es bueno que a los mareros les apliquen rigurosamente la ley, ya que son el mal hecho carne y huesos. Las acciones tremebundas que vienen cometiendo durante décadas (¡Cuál infierno!, diría Sartre: el infierno está aquí), han materializado el propio averno en El Salvador. Por años nos han mostrado su capacidad ilimitada de realizar lo más detestable, perverso, malvado del ser humano y nos las han desplegado ante nuestros ojos.

Toda acción contra ellos es válida, pero dentro de los parámetros de la civilización moderna. Esto se esperaba desde hacía mucho tiempo, y no esas manos duras que eran manos tibias, con mal de Parkinson, endebles, pasajeras, timoratas, y me refiero a los que se aplicaron en tiempos de ARENA, porque el FMLN no hizo nada, absolutamente, es más, negoció con ellos traicionando la confianza de todos nosotros. La farsa, la estafa del siglo nos la hicieron los que prometieron ser la solución para todos los males. Por ello disfruto tanto ver ese partido destruido y humillado.

Pero regresando al tema: violentar todo el sistema para conseguir un fin es antiético e ilegal, y torpe, pero preocupante ya que incluso lo exhiben en las redes sociales subiendo videos de los actos de tortura, las vejaciones, la violación a las leyes. Ello me causa aún más terror porque entonces estamos sustituyendo unas maras por otras, y con la venia del dictador. Trae pesadillas del pasado, recuerdos de una miserable época militar tercermundista que llevó a guerras de guerrillas, y más represión, más muerte y destrucción. La violencia se combate con violencia, solo en casos cuando es el último recurso.

Se suponía que el Plan de Control Territorial, ya iba por su fase tres, pero ha sido evidente que era una mentira más del gobierno. No tenía controlado nada. Y lo contradictorio que, EE. UU. queriendo ayudarnos procesando a grandes cabecillas, el gobierno no los entrega. ¿A qué juega el presidente?

La inteligencia policial sabe perfectamente quiénes son, dónde viven, cómo localizarlos, entonces, ¿para qué sirve el estado de excepción coartando a toda la ciudadanía la libertad de circulación, la de expresión, la de asociación y las garantías del debido proceso? Permítanme yo les responda: para nada, solo es el show al cual el presidente constantemente recurre para venderse como el mejor presidente y seguir atontando a la gente. Lo preocupante de esto es que sigue en su avanzada a la dictadura. No nos extrañe que pida poderes plenipotenciarios y gobernar por decreto como hicieron Adolfo Hitler o Hugo Chávez.

Autoridades: hagan su trabajo, dejen de irse por el camino fácil de la negociación, de la guerra fría, de la convivencia pacífica, del dejarlos hacer sus negocios mientras no molesten, de hacerse del ojo pacho, incluso de ser cómplices en sus actividades ilícitas. Ustedes saben quiénes son, dónde viven, cuáles son sus actividades. Vayan allá y atrápenlos. Eso sí, ojo con los jueces, estos han sido un terrible problema para combatir a las maras.