Antes, durante y después del conflicto armado se generó y proliferó un nuevo oficio en El Salvador, el de llevar personas de manera ilegal hacia los Estados Unidos de Norteamérica. Este fenómeno tiene más de 70 años en nuestra región. El sobrenombre de “coyotes” proviene del animal salvaje que vive en zonas desérticas, actúan en manada, sobre todo por las noches, en lo oculto. Se originó en México, en la franja fronteriza con Estados Unidos. Dichos pobladores conocían muy bien la zona y “pasaban” a la gente “al otro lado”.
Los hijos de estos primeros coyotes aprendieron el oficio y fueron formando bandas hasta convertirse en traficantes de personas, que alcanzó a llegar a C entroamérica. En nuestro país con los conflictos sociales y políticos, y la llegada del conflicto armado, emigran los primeros salvadoreños a buscar el “sueño americano” y los tentáculos de los mexicanos llegaron hasta El Salvador. Ser coyote se convirtió además de un oficio más que lucrativo, brindó estatus a familias que se dedicaron a traficar personas y en sus municipios o pueblos fueron adquiriendo fama, al grado de muchos se promovían como “tiros seguros”, por lo cual sus servicios salían de los promedios. Pero, también, comenzaron a financiar campañas políticas de diferentes funcionarios, pagar fiestas patronales, donar cajas para las personas que fallecían, casi un servicio altruista, muchos fueron admirados y respetados.
Existen diferentes niveles de traficantes de personas, pero todos, sin excepción, deben de incumplir y violar leyes de los países por donde trafican las personas, pagar sobornos, extorsiones, otro grupo que estafa a las personas, ofrecen que van a pasar a territorio de los Estados Unidos, e incluso ofrecen hasta tres intentos. Si lo agarran las tres veces lo culpan hasta de una persona tonta o que tiene mala suerte, y pierde el derecho a reclamar y de pedir una última oportunidad.
En pleno 2023 y posterior a la pandemia de covid-19, los pagos por el viaje se han incrementado y oscilan en promedio entre los $10,000 y $15,000 por persona. Pero en medio de toda esta trama, hay verdaderas redes criminales que atentan contras las personas que buscan llegar y pasar el río, para buscar mejores oportunidades.
La administración actual del señor fiscal general, Rodolfo Delgado Montes; el señor comisionado general, Mauricio Antonio Arriaza Chicas; el ministro de Justicia y Seguridad, Gustavo Villatoro, unieron esfuerzos, visiones, experiencia, talento junto a sus equipos de trabajo y jefaturas que persiguen este delito de tráfico ilegal de personas. La estrategia del Plan Control Territorial no solo es para las pandillas criminales sino para otras expresiones de delitos que han estafado a miles de salvadoreños. En los últimos meses se han conducido operativos que han desmantelado y golpeado estructuras complejas que cometían este delito y otros.
La semana anterior, en un operativo magistralmente articulado por la Fiscalía y PNC se desarticuló una estructura en diferentes departamentos del país, en donde más de 119 víctimas pagaron hasta $15,000 para llegar ilegalmente a Estados Unidos.
Se capturaron al menos 43 integrantes, con 6 cabecillas, logrando, además, incautación de más de $18,000, vehículos, entre otros. Otro operativo del 12 de junio de 2023 dejó 15 detenidos, 6 vehículos incautados y $10,000 en efectivo. Un reconocimiento y mención especial para el trabajo coordinado entre la División Central de Investigaciones y la División de Investigación Criminal Transnacional, ambas de la PNC, y la Unidad Fiscal Especializada de Delitos de Trata y Tráfico Ilegal de Personas, de la FGR. La unidad, respeto y cooperación entre ustedes ha sido en beneficio de las víctimas y de la sociedad en prevención.
Nuestras autoridades y sus equipos de trabajo envían un mensaje categórico y contundente de que traficar personas es delito, y que, además, pueden desarrollarse otros delitos en ese acuerdo. Estas personas inescrupulosas no les interesa que mujeres, niños, niñas y adolescentes arriesguen sus
vidas e integridad sexual. Ser coyote o coyota no es ahora un orgullo, ni el medio de vida con el cual muchos de sus cabecillas viven una vida de excesos.
