Se supone que a partir de este miércoles 22 de enero inicia la aplicación de las fotomultas a los conductores infractores en los 49 kilómetros de la autopista al aeropuerto internacional San Romero. Digo se supone porque la fecha ha venido posponiéndose, incluso oficialmente se anunció que comenzaban el 20, pero unas horas antes se pospuso dos días más
Primero se dijo y se señalizó que la velocidad máxima iba a ser de 70 kilómetros por hora, luego el Viceministerio de Transporte anunció que la máxima velocidad sería de 90 y finalmente se subió a 110 kilómetros por hora, excepto algunos tramos como en las inmediaciones de la Terminal del Sur. En tres ocasiones se señalizó, lo cual desde luego implica el gasto de fondos estatales y la apariencia de que no había planificación ni un estudio serio.
En todo caso el sistema de fotomultas ya se aplica en el bulevar Monseñor Romero y desde hoy en la autopista. En los primeros días de aplicación en el bulevar Monseñor Romero hubo muchas quejas, desde una señora a la cual le notificaron que era acreedora a una multa de $150 por exceso de velocidad, pero resulta que su carro está en un taller de reparaciones. O al joven que le pusieron una esquela por una infracción hacia la zona de playas de San Luis Talpa, pero ese día y esa hora todo el tiempo tuvo su vehículo en estacionamiento de su lugar de trabajo.
Ha habido muchas quejas. A algunos les ha llegado multas por infracciones que no cometieron. Una amiga vive en Houston, Texas, y a su correo le llegó una multa supuestamente cometida en el bulevar Monseñor Romero en un vehículo que hace tres años vendió siguiendo todos los trámites legales. Alguien mata a otra persona en ese vehículo y a mi amiga la culparían.
El Estado debe tener más cuidado, pues no basta con justificar que se trata de pruebas. Tecnológicas. Algo parecido pasa en los bancos cuando al usuario lo acosan porque no aparece registrado el depósito de un préstamo, pero cuando se les demuestra que sí, no piden disculpas. Aquí debe intervenir el Estado y obligar a los bancos a indemnizar a los afectados.
Volviendo a las fotomultas debe buscarse la forma de sancionar directamente al infractor. Por ejemplo, si el dueño del vehículo es un hombre y la cámara detecta que es una mujer, por qué le va a notificar al propietario. O imaginemos que el sistema registre que el dueño es un hombre de 70 años y la cámara capte a un joven veinteañero conduciendo, hay una duda razonable para entender que al anciano no se le debería notificar sobre la sanción. En todo caso al dueño hay que darle la oportunidad que aclare la situación.
Que pasará cuando un vehículo esté registrado a nombre de una persona ya fallecida, o cuando un correo ya esté anulado por haber sido “hackeado”. Muchas personas se dedican a alquilar automóviles y ellos no pueden garantizar que el arrendatario no va a cometer infracción alguna. Taxis, microbuses, motocicletas y todo tipo de vehículos son alquilados, por lo que se debe crear un mecanismo que no permita sanciones o multas injustas. Una especie de audiencia para que el dueño del vehículo exponga sus argumentos. La ley permite las apelaciones, pero que pasará cuando los tiempos, por cualquier circunstancia, se venzan.
En lo personal utilizo mucho la autopista al aeropuerto y me parece acertadas las fotomultas. Incluso para ubicar a conductores que pasan botando basura, pero me parece que el sistema debió afinarse desde el principio para evitar problemas administrativos que luego se convertirán en injusticias y malestar ciudadano.
Lo mejor es conducir respetando las reglas de cero alcohol en el organismo y las señales de tránsito, así como la portación de documentos en regla, el vehículo en buenas condiciones y los insumos que exige ley. En otras palabras conducir siempre a la defensiva y respetando la Ley de Tránsito, sobre todo respetando a los peatones y a los otros conductores. Respetando y cuidando nuestras propias vidas. Conducir es un privilegio, hagámoslo con responsabilidad.
• Jaime Ulises Marinero es periodista