Hoy, termina un período de la historia que inició hace doce años -el 13 de marzo del 2013- con la quinta votación que nos dio al 266 sucesor de San Pedro. Al verle salir al balcón central de la Basílica de San Pedro en aquella noche romana, a todos nos sorprendió con su acento argentino, su bondadosa sonrisa y su cálida sencillez. “Hermanos y hermanas, ¡buenas noches! Sabéis que el deber del cónclave era dar un obispo a Roma. Parece que mis hermanos cardenales han ido a buscarlo casi al fin del mundo... Y ahora, empezamos este camino: obispo y pueblo. Este camino de la Iglesia de Roma, que es la que preside en la caridad a todas las iglesias”.

Así daba inicio un pontificado con dos Papas viviendo en Roma y lo que aparentaba ser una justificación perfecta para centrarse en la polémica y sacarle partida en los medios. Pero, al contrario, el cariño sincero de Francisco al Papa emérito fue deslumbrante. Basta recordar las palabras que -en acción de gracias- el Santo Padre Benedicto XVI le dirige a Francisco con ocasión de la discreta celebración de sus 65 años de ordenación sacerdotal. “¡Gracias especialmente a usted, Santo Padre! La bondad que ha mostrado desde el primer momento de su elección, en cada momento de mi vida aquí, me impresiona, me llega hasta lo más profundo. Más que en los jardines del Vaticano, con su belleza, el lugar donde yo vivo es su bondad, allí me siento protegido... Y esperamos que usted siga guiándonos por este camino de la Misericordia Divina” (28-VI-2016).

Este ha sido un papado marcado por la profunda humildad, sencillez y cercanía a los más necesitados y vulnerables. Un Pontífice que ha hecho creíble -una vez más- el mensaje de Jesucristo para la humanidad entera. Todos los gestos y palabras del Santo Padre han sido una manifestación de amor y de misericordia.

El primer viaje que hizo fuera de Roma, a unos días de haber sido elegido, fue a Lampedusa una isla italiana (8-VII-2013), para mostrar al mundo la difícil situación de los migrantes africanos que cruzan el Mediterráneo y las innumerables vidas perdidas en el mar. Celebró la Santa Misa sobre un altar en forma de lancha.

Su primer gran encuentro multitudinario fue en Rio de Janeiro en julio del 2013, en dónde se traslado en un utilitario Fiat Idea y se acercó a bendecir una humilde casa en una favela de la comunidad de Manguinhos (25-VII-2013).

Dos años después convocó todo un año para reflexionar sobre la misericordia (8-XII-2015 al 20-XI-2016), que es el amor de Dios que asume nuestro dolor. En ese año comenzó una costumbre que denominó los viernes de la misericordia. Un viernes al mes el Santo Padre llevaba a cabo gestos concretos de amor inspirados en las obras de misericordia corporales y espirituales: visita sorpresa a una casa de ancianos, reunión con toxicodependientes y alcohólicos del (CEIS), encuentro con indigentes de los alrededores del Vaticano, visita a un campo de refugiados, otro viernes visitó una casa de acogida que atiende discapacitados mentales, visitó un hogar de sacerdotes ancianos, otro viernes a prostitutas liberadas de la "Comunidad Papa Juan XXIII", y así muchas salidas sorpresa. El 11 de noviembre el Papa Francisco participó del último viernes de misericordia del Año Santo y se encontró con siete familias formadas por sacerdotes que dejaron el ministerio en los últimos años. Podríamos seguir contando las visitas de hospitales, enfermos terminales, presos, y un largo etcétera del que todos hemos sido testigos.

Perfectamente coherente con todo su pontificado, como broche de oro para concluirlo, testamento que deja a la Iglesia, o -mejor- como unas recomendaciones que el abuelo trasmite a las futuras generaciones nos regaló la carta Encíclica Dilexit Nos, sobre el amor humano y divino del corazón de Jesucristo (24-X-2024). Un hombre con un corazón a la medida del Corazón de Cristo y que fue por delante en lo que denominó la “Revolución de la ternura”.

Para terminar, una última instantánea de este gran papado. Ocurrió el 11 de abril de 2019, y es sin duda una de las imágenes más impactantes del pontificado. Durante una audiencia con los líderes políticos de Sudán del Sur, Francisco se agachó con muchísima dificultad y les besó los pies para abogar por la paz de esa región.

Hoy la Iglesia y el mundo lloran la pérdida de un gran Papa. Nosotros, sus hijos, encontramos consuelo en saber que él intercede por nosotros desde el cielo y nos deja un legado ejemplar aquí en la tierra de amor y de ternura. Jesús hoy en el cielo "lo miró con misericordia y lo eligió", lema de su pontificado.
¡Gracias, Santo Padre Francisco!

• Fernando Armas Faris es sacerdote católico, Licenciado en Teología y Dr. en Filosofía.