Recuerdo con ternura (y risa) cuando creía que los políticos eran hombres esforzados que sacrificaban todo para luchar por el bien de la población. Menos mal que a muy temprana edad deseché ese sentimentalismo tan idiota. Primero, con Arturo Armando Molina y su estela de muerte y, después, con José Napoleón Duarte, y su estela de corrupción e ineptitud.

El militar del bigote recio desató con furia una represión sanguinaria digna de un carnicero que hubiera merecido el desagravio más grande en los libros de historia.

José Napoleón Duarte usó la demagogia más vulgar y barriobajera en sus discursos, incitando al odio entre clases, prometiendo cosas imposibles y, por lo tanto, su administración fue un rotundo fracaso ya que nunca tuvo un plan para gobernar. Creyó que por el solo hecho de ser electo ya todo sería un paraíso. Se le olvidó gobernar y amarrar a sus perros muertos de hambre que robaron a montón.

Con el actual gobernante, prácticamente ya reelecto, pasa lo mismo. Prometió mucho y ha cumplido muy poco. Se ha adueñado del país y del dinero público; tiene embobada a la gente con lucecitas y eventos, y, aunque humilló a los partidos que nos hicieron tanto daño, no ha sido un mejor gobernante. Todos los niños en edad escolar podrán tener laptops y tablets, pero, ¿ha mejorado la educación en el país en estos cuatro años y medio? No.

Los políticos no están para enamorar, están para hacer las cosas que se deben hacer, y Henry Kissinger fue, precisamente, ese tipo de políticos.
Un historiador de alta gama, un estadista de verdad, que estudiaba la realidad y los números para tomar decisiones. No como los políticos demagogos de hoy en día que no leen nada, no pueden ni siquiera citar una frase de algún estadista, se dejan llevar por puras ocurrencias o lo que divierta al pueblo.

Hablando de Kissinger, el famoso acercamiento a China fue visualizar que había que darle una palmadita, orientarla y ganarla, o sea, volverla capitalista. Hoy en día ese pleito China – EE. UU., solo es parte del show, porque comercian entre ellos de forma colosal y China no volverá a ser comunista jamás. Eso (uno y lo otro) es fruto de la era Kissinger.
¿Lo que nos hizo a Latinoamérica? Cobró innumerables vidas, les dio poder a los monstruos más despiadados: hombres de verde olivo, armados, impunes, con dinero, ¿pero, por qué? ¿Acaso el enemigo eran ovejitas blancas? Claro que no, los comunistas demostraron ser iguales o peores: sanguinarios, crueles, despiadados, y a la hora de gobernar... solo miren lo que se consiguió en Nicaragua al bajar la guardia con la doctrina Carter: un sandinismo atolondrado, represivo, empobrecedor e inhumano. En conclusión: a los comunistas había que retenerlos y encarcelarlos o acabarlos. Con esa lacra no había medias tintas. Eso fue también gracias a la era Kissinger.

¿Lo que hizo con Salvador Allende? Ya lo he dicho varias veces. ¿Se imaginan que ese zurdo hubiese llevado a Chile por la misma ruta de Cuba? Hoy sería otro país lastimoso, empobrecido, hundido en la miseria, sometido a una doctrina de fracasados.
Un político debe ser muy inteligente, con una cultura amplísima, una capacidad de análisis aguda, tener las habilidades de sintetizar y concluir rápido y planificar en tiempo récord para poner en práctica las conclusiones, muchas veces con pérdidas humanas, pero así ha sido la historia, es el ADN de la humanidad, los gobiernos no pueden ser amanerados, maniblandos, timoratos.

En ese sentido, el gobierno de Nayib Bukele, en lo que respecta a las maras (si es que no nos está escondiendo arreglos bajo la mesa), es tan plausible como las mejores decisiones del recién finado Henry Kissinger. Sí, así es: tanta gente inocente se ha ido en la “colada”, encarceladas, torturadas, asesinadas incluso, pero el fin justifica los medios (cuando no hay moral ni ética) y por eso Bukele es tan parecido a Kissinger: frío, cínico, calculador. Pero solo en eso.
Volviendo al tema. Hoy en día, no podría soportar a un zurdo de esa izquierda hipócrita, farsante, que criticara a Henry Kissinger, porque todo, exactamente todo lo que podrían imputarles lo han hecho ellos, igual o peor.

No me alegra que existan políticos como Henry Kissinger, pero así es el mundo desde que es mundo, y seguirán surgiendo políticos así de eficaces, cínicos y efectivos, hasta que el mundo se termine.