El pasado 20 de febrero 2024 inicio el juicio en Manhattan, Nueva York contra el expresidente de Honduras Juan Orlando Hernández (JOH) de 55 años, abogado de profesión y político por conveniencia que en esencia lo vincula a él y una serie de políticos y ex funcionarios del Estado actividades de narcotráfico, corrupción e impunidad. De manera muy específica de introducir cocaína a los Estados Unidos de Norteamérica y armas. Se convierte en el primer ex presidente de Centroamérica en estar sentado en los tribunales de la denominada nación más poderosa del mundo, delitos que incremento durante su período como expresidente en el período entre 2014 y 2022, convirtiendo de manera oficial a Honduras en un narcoestado, ya que se logró operar una amplia red criminal e ilícita conformado por el mismo mandatario como cabecilla, policías, militares, alcaldes, diputados, políticos, empresarios, banca, funcionarios de otros órganos del Estado.

Este juicio en Nueva York ocupa desde mi punto de vista un lugar especial desde ya en la historia, que lo podría convertir en el “juicio del siglo” por el peso que representa ya que puede convertirse en el primer expresidente condenado por tráfico de drogas de América Latina donde muchos gobiernos de sus países han sido cooptados por el crimen organizado, un ex jefe de gobierno acusado de graves delitos, capturado 19 días después de finalizado su segundo gobierno. El expresidente Manuel Antonio Noriega fue condenado por lavado de dinero (producto de actividades criminales transnacionales) y acusado de múltiples delitos, como narcotráfico, y muchos de los delitos no se lograron probar en tribunales.

Estas conexiones y redes del caso JOH son las difíciles, complejas de poder llegar, demostrar y probar, porque tienen la protección de la clase política y grupos de poder de un país, en esencia hablamos del crimen organizado puro, donde está involucrado y como cabecilla el presidente de una Nación involucra a funcionarios de los cuerpos de seguridad, se utiliza protección policial y militar para cuidar y escoltar cargamento de droga y estupefacientes, funcionarios y magistrados del sistema de justicia, ministerio público, autoridades locales, lo que implican una amplia red criminal desde toda la estructura del Estado. Ni las producciones de TV y cine lo podrían representar mejor.

JOH fue diputado de la Asamblea Legislativa desde 1998, preparo toda su carrera criminal para ingresar al presente siglo con una estructura de poder a la cual sobornaba según los mismos testigos que ahora desfilan en la audiencia en Manhattan. Su hermano condenado en EEUU por narcotráfico fue el rostro visible, el encargado de las relaciones corporativas criminales, y de pagar por impunidad en los gobiernos previos como el del expresidente Porfirio Lobo quien ha sido ya mencionado por los testigos criteriados que formaron parte de estas operaciones criminales transnacionales y gobierno de Mel Zelaya.

JOH siempre se mostró como aliado y colaborador de los gobiernos de EEUU pero que sorpresa se llevaron y conocían con antelación que manifestó que le metería cocaína en sus propias narices a los gringos y no se van a dar cuenta, mal cálculo del expresidente; su mensaje publico ante los EEUU y el mundo de combate a las drogas era falso, de apoyar las extradiciones de criminales y de combatir el lavado de dinero y activos. Todo era mentira, introdujo más de 500 toneladas de cocaína a EEUU provocado graves daños a la salud de dicha sociedad, muertes, homicidios, sicariatos, desapariciones.

Honduras tiene la gran oportunidad y desafío con este juicio de iniciar un combate contra la corrupción e impunidad para desmontar los remanentes de estas estructuras de crimen organizado transnacional que deben persistir en el Estado hondureño, ya no solo tiene problemas cocaína, apareció, producen y circula fentanilo, armas, trata de personas, y un desborde de las pandillas criminales que los distraen del verdadero problema, el crimen organizado permeado en la estructura del Estado.