En esta época donde lo mediático logra acaparar un porcentaje altísimo de nuestra atención, ya sea en las distintas redes o plataformas y, más aun, tomando en cuenta la temporada navideña, las frases bonitas, mensajes reflexivos o videos cortos inundan las pantallas de los dispositivos; es difícil no ser absorbidos por estas comunicaciones subliminales que invitan a la paz, alegría, perdón, aceptación y todos aquellos sentimientos que nos fortalecen y nutren. Pero creo que los sentimientos no salen a flote por fechas, ellos están allí siempre en nosotros, muy lejos de que una intención mercadológica pueda manipularlos, por lo tanto, la conexión real con nuestros sentimientos va más allá de fechas calendario. Pero también creo que una frase o mensaje reflexivo puede ser internalizado y provocar una bella introspección, tal y como una luz interior.
En lo personal, me llamó mucho la atención el comercial que una reconocida marca de bebidas lanzara al inicio de la temporada. Me gustó que su mensaje invitara a desear felicidades hoy y no para todo el próximo año. Hoy porque mañana vendrá, más nosotros con él no tenemos certeza. Nosotros tal y como somos ahora, expresando lo que realmente se siente y lo que nazca del corazón; no solo porque un año termine, sino porque es la oportunidad de estar vivos y porque en la acción de desear lo mejor para los que queremos, no existe caducidad que un calendario señale.
Como una singular prueba física de la existencia, el paso de los años junto al eterno compás de la vejez y los traspiés que van invadiendo nuestros cuerpos, y que nos recuerda la fragilidad y mortalidad que ha estado presente desde la concepción. Sin embargo, la mayor prueba debe ser la conciencia de estar vivos. De sabernos únicos en la manera particular de ser de cada uno, de percibir de distintas maneras pero al final siempre muy propias en un latir y vibrar de espíritu; porque todos tenemos esos mundos e islas perdidas, como cantaba La Negra Sosa, que nos ayudan a ver desde otra perspectiva esta vida. Que nos sentimos orgullosos de ser como somos y que esa valoración no tiene nada tiene que ver nuestra apariencia o posesiones, de lo contario estaríamos decepcionados y vacíos. Que nos sostiene la conciencia en la certeza que hemos amado sin preguntarnos porque o para qué, pero que lo sabemos y esa realidad es hoy.
En candidez y madurez nuestras vivencias y experiencias han ido formando un collage de pequeñas piezas, no todas hermosas, no todas tienen el mismo color que pensamos en un inicio serían todas las imágenes que pintaríamos, unas se pintaron solas sin nuestras brochas, aunque creo que fueron las manos universales que se mueven por mandato divino, las mismas que me han acariciado también y que me hacen sonreír ante lo inexplicablemente milagroso; no obstante todas las piezas forman parte de una colección que sin ellas estaría incompleta.
Ante todo, agradecidos.
Ivette María Fuentes es Lic. en Ciencias Jurídicas