“Su excelencia”, así comienza la carta que el expresidente de Honduras, Juan Orlando Hernández (JOH), dirige al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, desde una celda en una prisión estadounidense, una misiva que se convirtió probablemente en pieza clave para obtener su indulto por delitos de narcotráfico, junto con una persistente campaña de cabildeo liderada por Roger Stone, viejo amigo de Trump y también beneficiado previamente por un indulto presidencial. En la carta, Hernández sostiene que sus problemas legales se deben a una persecución política orquestada por el Departamento de Justicia bajo la administración Biden‑Harris para empoderar a sus adversarios ideológicos en Honduras y afirma además que no contó con una defensa legal eficaz.
“Le escribo desde una prisión federal, donde cumplo injustamente una condena de 45 años que, dada mi edad, equivale prácticamente a cadena perpetua. Al igual que usted, presidente Trump, he sido víctima de persecución política, blanco de la administración Biden‑Harris no por haber cometido delito alguno, sino por motivos políticos”, sostiene Hernández, quien utiliza ese argumento para deslegitimar su condena y enlaza el alegato con una serie de halagos personales a Trump: “Su resiliencia ante la implacable persecución política me ha inspirado profundamente. Al igual que usted, yo solo buscaba servir a mi pueblo, defender nuestros valores conservadores y, al mismo tiempo, impulsar reformas sin precedentes para hacer que mi país fuera más fuerte y seguro”.
La carta de Hernández llegó a Trump a través de Roger Stone, quien no solo actuó como intermediario, sino que también presionó activamente a favor del indulto mediante sus propios canales —Substack, programa de radio y redes sociales— aprovechando su acceso directo al mandatario. Stone, quien recibió en 2020 un indulto presidencial relacionado con el caso de la “trama rusa”, había sido condenado a 40 meses de prisión por mentir al Congreso, obstruir la justicia y manipular testigos en la investigación sobre la injerencia rusa en las elecciones de 2016, en parte para proteger a Trump y a su campaña.
Desde esa posición, Stone sostuvo públicamente que Hernández fue víctima de una campaña de “guerra jurídica” con motivaciones políticas, impulsada por la administración Biden y fiscales estadounidenses, que lo presentaron como un aliado de Trump derribado para favorecer al actual gobierno de centroizquierda en Honduras, encabezado por Xiomara Castro. A juicio de Stone, los procesos penales en Estados Unidos contra aliados de Trump —ya sean nacionales o extranjeros— forman parte de un sistema judicial instrumentalizado por los demócratas, de modo que los indultos se convierten simultáneamente en una “corrección” de injusticias y en un arma de combate político.
En el caso hondureño, Stone vinculó de forma explícita el indulto a JOH (quien perteneció y llegó al poder con el Partido Nacional de Honduras) con la proyección geopolítica de Estados Unidos en Centroamérica, al argumentar que la liberación de Hernández daría un nuevo impulso a la derecha hondureña, debilitaría al gobierno de Castro y, en consecuencia, reforzaría lo que él presenta como los intereses de Estados Unidos y de Trump en la región.
Indudablemente, este segundo mandato del presidente Trump ha experimentado un cambio rotundo en la mirada de ese país del norte hacia Latinoamérica. Brasil, Venezuela y ahora Honduras son pruebas tangibles del cambio de rumbo de la política exterior estadounidense. Muy probable las miradas norteñas se fijen en breve sobre nuestro vecino de Nicaragua. Es obvio, países con gobiernos de izquierda en el continente americano son y serán víctimas potenciales de la poderosa influencia del gigante norteamericano en su intento de fomentar un cambio continental de rumbo hacia la derecha.
Entretanto, Antonio “Tony” Hernández, hermano de JOH, sigue preso en Estados Unidos cumpliendo una condena de cadena perpetua más 30 años por narcotráfico y delitos relacionados. No hay información pública de que haya recibido indulto, reducción de pena o liberación; continúa recluido en una prisión federal estadounidense. Sin embargo, y aunque se le hayan decomisado $138.5 millones de dólares, además de hermano del expresidente, es un exdiputado de la República de Honduras, y por tanto a lo mejor y también se considera que su indulto fortalezca a la derecha hondureña. Vivimos en regímenes de “posverdad” donde pesan mas las emociones, identidades y creencias que los hechos verificados, por ende, todo se vale!
