Si hablamos de reforma agraria, debe entenderse como aquel conjunto de cambios en la distribución de la tierra y en la estructura de la propiedad territorial que marcaron en su día el abandono del sistema feudal. En su sentido actual, reforma es aquella acción de los poderes públicos dirigida a conseguir una mayor rentabilidad de la tierra. Pero todo reforma propone, proyecta o ejecuta como innovación o mejora en alguna área de la vida nacional es decir corrige lo que es malo, dañino, por lo bueno, por lo verdadero, evidentemente en este proceso, hay resistencia al cambio.

En el caso de la vida espiritual requiere que se abandone por completo la idolatría y que el pueblo se vuelva de todo el corazón a Dios. (Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra. 2 Crónicas 7:14) La historia de Israel y durante la etapa de la Monarquía, lamentablemente la mayoría de sus reyes no fueron fieles a Dios y a su Pacto, hubo una desobediencia descomunal y una idolatría gigantesca.

Dios en es su misericordia elige a hombres y mujeres comunes para que puedan cambiar la perversión y la idolatría galopante de su pueblo. Llama a profetas para que estos puedan compartir la voluntad de Dios, esto es que dejen el pecado, dejen el falso camino. Llama también reyes para que dirijan cambios espirituales en su pueblo. Uno de esos reyes fue Josías, un reformador en la vida espiritual del pueblo de Judá, de este rey la Biblia nos dice que: No hubo otro rey antes de él, que se convirtiere a Jehová de todo su corazón, de toda su alma y de todas sus fuerzas, conforme a toda la ley de Moisés, ni después de el nació́ otro igual (2 Reyes 23:25).

A luz de la Biblia el rey Josías, debe ser una inspiración para la vida de cada cristiano en el siglo XXI. Sin embargo Josías, antes de ser el reformador de Judá, primeramente, reformo su vida y cambio el horizonte idolatra que venia arrastrando su padre Amón y de su abuelo Manasés. A los 26 años, Josías demostró interés por la reparación de la casa de Jehová su Dios y hace evidente que no seguirá los pasos de rebeldía e idolatría de sus antecesores. Es también en esta etapa de su vida que se encuentra el libro de la ley de Dios que estaba resguardo en el templo.

En este hallazgo, Josías conoce el contenido del libro, se preocupa cuando se entera que por el libertinaje y la idolatría del pueblo la ley de Dios le pronunciaba condenaciones, entonces manda Josías a consultar por medio de una profetisa llamada Hulda, qué debe hacer él y su reino para que las maldiciones de la ley no caigan sobre ellos. Dios le dijo, por medio de la profetisa Hulda: “Por cuanto oíste las palabras del libro, tu corazón se conmovió, y te humillaste delante de Dios al oír sus palabras sobre este lugar y sobre sus moradores, y te humillaste delante de mí, y rasgaste tus vestidos y lloraste en mi presencia, yo también te he oído” (2 Crónicas 34:26-27).

De modo que cuando un gobernante se convierte de todo corazón a Dios, y lucha para que el resto del pueblo haga la voluntad de Dios, no hay duda que ahí siempre habrá bendición para esa nación. Pero en el siglo XXI, el esquema de la monarquía ha cambiado, ya que en la mayoría de naciones son gobernadas por la democracia, y se supone que el pueblo elige a sus gobernantes pensando que haya un cambio o una reforma sustancial que mejore la vida de las mayorías y quitar los privilegios de las minorías abusivas que gobiernan.

Es decir, se elige a los nuevos gobernantes, para eliminar la corrupción pasada, para que transparenten los gastos y rindan cuentas de cómo manejan los dineros públicos, para eliminar los gastos superfluos en viajes, viáticos, gasolina, vehículos y seguros médicos. En otras palabras para el pueblo tenga acceso a la información publica, no para que la oculten, dado que esto hace un buen gobernante y un reformador.