En la noche del 14 de febrero se escucharon cohetes y fuegos artificiales en la ciudad de Tegucigalpa, y no era por celebrar al venerable San Valentín: la Cancillería de la República había enviado a la Corte Suprema de Justicia la petición de extradición del expresidente Juan Orlando Hernández Alvarado (JOH), a solicitud de los Estados Unidos de América.

Si no hubiera estado cayendo una llovizna pertinaz quizá la reventazón de pólvora hubiera sido mucho mayor.

Los ánimos se han dividido, por una parte, el millón doscientas mil personas que votaron por el Partido Nacional, la institución política del exmandatario, sienten pesar. Pero, en el otro plato de la balanza –y allí se explica la algarabía de fuegos pirotécnicos- un millón setecientos mil hondureños emitieron su voto no solo a favor de la vencedora, Iris Xiomara Castro Sarmiento, sino que muchos de ellos contra el gobierno de JOH, o sea, no simpatizaban con la señora, pero sí querían ver fuera a los azules que gobernaron por tres períodos seguidos el país, dejando más pobres, más endeudamiento, más inflación, menos empleos, y una estela de corrupción jamás vista... y un grito ensordecedor de que el suyo era un narcogobierno.

Hay más hondureños contentos que tristes, aunque los nacionalistas han estado haciendo vigilias y señalando que no es de cristianos burlarse del mal ajeno.

Los principales cargos son corrupción y narcotráfico. El primero de los delitos es más por el lavado de dinero de fondos mal habidos del erario público que se habrán metido en el sistema financiero del país del norte.

La corrupción ha sido abundante, variada y descarada, como en el caso de varias oenegés falsas cuyos aportes del Congreso Nacional, por medio de un fondo llamado Fondo Departamental, con el cual se ayuda a los departamentos por medio de sus diputados, fueron a parar a cuentas privadas de éstos en pago por sus votos en elecciones de segundo grado, dineros que deberían haber sido utilizados para ayudar a madres solteras, campesinos y sus sistemas de riego, becas, etc. Otro caso fue el de varios hospitales móviles que con valor de $ 7 mm, fueron adquiridos en $ 48 mm...y todos en mal estado.

En toda esa vorágine de desfalco, desviación, administración fraudulenta, cohecho, de ser un pobre abogado, JOH se convirtió en millonario.

El narcotráfico tiene una historia más larga, más compleja, viene de hace cuatro décadas, desde que Ramón Mata Ballesteros era la mano derecha de Pablo Escobar Gaviria en Centroamérica, y fuera prácticamente secuestrado por la DEA en 1988. Desde allí permeó la narco corrupción en toda la sociedad hondureña. Tan complicado es el tema que bien merece otro artículo, pues solo para que tengan una somera idea, a estas alturas, ya son 27 los extraditados a los EUA, y casi 60 los hondureños condenados (la mayoría se entregó personalmente, previa negociación). En esta semana también se ha pedido la extradición de un exdirector de la Policía Nacional y un ex subcomisionado.

Lo que me simpatiza del gobierno estadounidense es lo extraño de su política actual, ya no se mete con los grandes, solo con los chiquitos, y ese jueguito de que “te pincho mincho” de Joe Biden contra Putín, me lo demuestra, mientras el ruso ya tiene un pie en la frontera de Ucrania.

Cientos de documentos se apilan señalando a los expresidentes mexicanos Salinas de Gortari, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto quienes, sino recibieron dinero directamente, sin duda sus campañas fueron financiadas con dinero del narcotráfico. El caso de Ernesto Samper, el expresidente colombiano contra el cual incluso hubo grabaciones de él mismo negociando la mordida, pero no, a ellos no los toca el imperio. Con quien se ensaña es con un país de Centroamérica. Igual la OEA, en menos de 24 horas después del golpe del 2009 suspendió a Honduras. En cambio, Venezuela, –gobernada por el cártel de los Soles- sigue participando en todos los organismos internacionales.

Cosas raras pasan amigos, pero lo cierto es que para Honduras, nación bella y de gente amable y trabajadora, inicia una humillación más, y para el expresidente Hernández Alvarado, el fin de su sueño de ser millonario y poderoso.