¿Fue bueno o fue malo? ¿Lo apoyamos o no lo apoyamos? ¿Lindo o feo? Cada vez siento que el raciocinio del ser humano es un mito, una leyenda urbana, un invento de los científicos para justificar muchas cosas.

La pandemia me demostró que hasta lo más evidente puede ser cuestionable y, ahora con lo de la invasión rusa, también la moral y la ética es inasible y convenientemente definible.

Lo de la cachetada del Smith sobre la cara del Rock, igual. ¿Qué le pasa al mundo que lo que es evidente lo cuestiona?

Acá dejo la conclusión de este artículo: por eso la democracia es lo único que nos queda: que sea el pueblo, por mayoría simple (o por mayoría calificada, en los casos más complicados) el que decida, ya que es imposible que la humanidad se ponga de acuerdo.

Will Smith le pegó un cachimbazo a Chris Rock, y algunos creímos que fue verdad, otros que fue montaje para subir los niveles de audiencia.

Los que creímos que era lo primero, nos pareció extremadamente estúpido que en medio de una ceremonia tan querida por la humanidad actual hiciera eso. Los que creyeron que era un montaje, vieron al (por el momento) oscarizado reírse en un principio y luego subir, mientras el cómico agresor ponía el cachete, y todo para subir los niveles de audiencia.

Sea como sea, hay dos cosas que tenemos que dejar en claro: la violencia no se justifica, sino solo en los casos extremos en los cuales la vida de uno, la vida de otros, los bienes incluso, estén en peligro, y eso tiene que ser analizado meticulosamente, con base a las reglas de la lógica, que para nosotros los abogados, es una ciencia aparte. Libros y libros hay al respecto.

La violencia de un niño juguetón, jugando su juego de ser macho, es asquerosa. Lo vemos en las redes. Más en las actuales realidades de nuestros países que se desangran por la violencia, y no de las maras, sino principalmente de la violencia social, la del ciudadano común, la venganza, la revancha, la intolerancia, el narcisismo.

¿Cómo puede haber gente que aplauda que Will Smith haya hecho eso, frente a millones de espectadores en todo el mundo? Tienen que estar locos, dementes, o ser personas sin sentido común, que no leen las noticias, que son machistas, que son acomplejados, etc.

En lo particular, a mí me pareció una estupidez y aún me parece que tuvo que andar drogado, borracho, dopado para subirse al escenario del Dobly Theater y hacer semejante –insisto- estupidez.

Los que lo apoyan, los que creen que con eso salvó el honor de su mujer, viven aún en la edad en la cual a la mujer se le veía como un artículo de segunda necesidad, un bien fungible intercambiable, una cosa que no tenía derecho a voto, ni siquiera a ser testigo en un caso judicial. Una criaturita que necesitaba ser defendida por débil.

Menos mal que las piezas de este Tetris; de esta desagradable historia van cayendo en su lugar y ya la Jada Pinkett (aún de) Smith, nos aclaró a todos la situación: “Yo no le pedí que me defendiera”.

Pero como la razón de mi artículo cobra aún más vigencia: se vino el vendaval de interpretaciones: “Qué mujer más mal agradecida”.

La democracia es lo único que nos queda, para que sea la mayoría la que decida cual es la verdad momentáneamente aceptada por el pueblo. Y ser tolerantes ante ese derecho expresado mediante las urnas, con un proceso legítimo, transparente, publicitado y masivo.

Porque esperar que todos lleguemos a un consenso, aunque nos den la casaca de que son un 97 % apoyan al dictador (en Cuba una vez Fidel ganó con el 99% de aceptación), es mentira. Eso no sucede. Bueno, ni con el bondadoso Mújica.

Una dictadura es una dictadura, tiene sus características y sus síntomas, aún cuando muchos digan que es lo más hermoso. Dirán que es una democracia hermosa, próspera y perfecta. Pero nunca lo será.

No nos dejemos arrebatar la democracia, es lo último que nos queda.