En la jerga política, la integración del gabinete de Gobierno genera una polémica de naturaleza política, puesto que se trata de la composición de los altos mandos del Gobierno; y en varias de las acciones despliega en la administración pública un impacto relevante en el manejo de la cosa pública. El análisis de esta manifestación política es complejo, dado que se trata de asuntos de Estado que tienen profundas implicaciones para la vida pública del país.

Las expresiones del poder en ciertas circunstancias se encuentran rebasadas por las transformaciones en la práctica política y la variedad y movilidad de los sujetos que dan vida a un
Gabinete, requiere de una exhaustiva revisión que contenga los elementos de confianza y lealtad, y además de la credibilidad frente al manejo del ejercicio del poder.

La integración del Gabinete de Gobierno puede formarse por: 1. La ratificación de los políticos que en la actualidad están desempeñando cargos. 2. Elementos nuevos. 3. El llamado de personas que han ejercido cargos en el Gobierno anterior; es decir, exfuncionarios. 4. Traslado de funcionarios de una institución a otra cartera de Estado. Es por ello, que la aparición o realce de nuevos elementos lleva en si mismo el imperativo de contar con conceptos que permitan explicar de manera objetiva las condiciones imperantes.

El Gabinete es la figura política que recibe la mayor atención al momento de las designaciones o remociones de sus diferentes miembros. El Presidente de la República tiene la facultad legal y política de nombrar, remover y reubicar a los funcionarios que integrarán el futuro Gabinete a su total discreción; porque en su investidura recae esa facultad constitucional. La mecánica de su integración y funcionamiento son aspectos donde predominan los asuntos políticos administrativos del país.

En cada rotación para integrar el Gabinete, como siempre los asuntos del poder son enigmáticos y están cubiertos de una magia, a medida que se van conjugando los factores de poder. Surgen incesantemente sorpresas, no hay una pagina de la historia política del país que no registre una sorpresa. Ideas van enhebrando en el hilo cronológico de los periodos presidenciales, donde hay respuestas y argumentos, y la carta que contiene el as debe guardarse bajo la manga para mostrarlo en el momento preciso, puesto que el poder tiene magia que nunca se puede atrapar. Los asuntos políticos relacionados con el Estado, no son de una simple trivialidad, es así como el mandatario Nayib Bukele, tiene que tener una fina intuición para escoger dentro de la intrincada maraña de envolturas que cubren el espectro político, que comprenden el funcionamiento del orden presidencial, que es conducido por el Presidente de la República como cabeza del Estado, que dicta las recetas que se deben cumplir al pie de la letra, para defender el proyecto de nación.

Dicho lo anterior, vemos el significado que el poder tiene un idioma mágico, que le hace frente a las tramas del poder que existen y que están tejidas por relaciones asimétricas y conflictos que no siempre son visibles y que además, el poder es una consciencia de dominio que maneja la capacidad de hacer real lo posible. También en el devenir del ejercicio del poder, surge la magia en el arte humano, de actuar invisiblemente en los círculos de poder, para manejar la intriga, las pericies y las maquinaciones para mantenerse y controlar el poder, también por otra parte, el genio de hombre de gobierno para manejar las escenas políticas, la capacidad de descubrir complots, la resistencia al poder mediante juegos estratégicos interpretando resultados de los acontecimientos, formular las reglas objetivas para dirigir la acción política, que es un indicador de la exactitud de percibir la tendencia de la evolución política.

¡El poder no es el mal! Más bien, el poder son juegos estratégicos abiertos; otras veces cerrados, encubiertos y soslayados, incluso subyacentes dependiendo de las circunstancias y del contexto político. Es bien sabido que el poder no es negativo ni positivo, es lo que realmente es. ¿Qué jugada supera a la magia del poder? Considerando que la política es difusa, no pertenece a nadie.

• Francisco José Fermán es abogado, consultor en negociaciones.