Como criminólogo, he observado de cerca la perturbadora conexión entre el maltrato animal y la violencia humana por medio del estudio de asesinos en serie. Numerosos estudios y perfiles criminales revelan que aquellos que infligen sufrimiento a los animales tienen una mayor probabilidad de ejercer violencia contra personas. La crueldad animal no es un acto aislado, sino un eslabón en una cadena de violencia que puede escalar hasta niveles inimaginables.
¿Qué revela la crueldad animal sobre la personalidad de un individuo? En primer lugar, denota una falta de empatía y compasión, ingredientes esenciales para la convivencia social. Quienes disfrutan o se sienten indiferentes ante el sufrimiento animal muestran una desconexión emocional que los predispone a la violencia.
Además, la crueldad animal puede ser una manifestación de control y poder. El agresor encuentra placer en dominar y subyugar a un ser indefenso, lo que puede traducirse en una necesidad de controlar y dominar a otros seres humanos. Esta sed de poder puede alimentar la violencia doméstica, el abuso infantil y otros delitos violentos.
En algunos casos, la crueldad animal puede ser un indicador de trastornos psicológicos más profundos, como el trastorno antisocial de la personalidad, la psicopatía o sociopatía. Estos individuos carecen de conciencia y remordimiento, y ven a los demás como meros objetos para su gratificación.
Es crucial comprender que la crueldad animal no es solo un problema de bienestar animal, sino un problema de seguridad pública. Los niños que presencian o experimentan violencia hacia los animales tienen un mayor riesgo de convertirse en agresores o víctimas de violencia en el futuro. Ignorar este problema es ignorar una señal de alerta temprana de violencia potencial y de personas que a corto plazo los podremos observar capturados y ante un juez por otros delitos.
Como sociedad, debemos tomar medidas urgentes para abordar la crueldad animal. Esto implica fortalecer las leyes de protección animal, educar a la población sobre el respeto a los animales y brindar apoyo a las víctimas de violencia intrafamiliar y abuso infantil. También es fundamental que los profesionales de la salud mental y las fuerzas del orden estén capacitados para reconocer y abordar la crueldad animal como un indicador de riesgo de violencia. Un hombre o una mujer que ejerce violencia contra animales en el hogar o en lo público es una persona que en algún momento lo hará contra una persona. La criminología así nos lo demuestra, no la ignoremos.
La crueldad animal es un grito silencioso que clama por atención. No podemos seguir ignorando esta señal de alarma. Al comprender la conexión entre la crueldad animal y la violencia humana, podemos tomar medidas para prevenir futuros actos de violencia y construir una sociedad más segura y compasiva.
• Ricardo Sosa, Doctor y máster en Criminología
@jricardososa