La diplomacia es sinónimo de llevarse bien con otra persona, la expresión “sé como un diplomático” es parte de la cotidianidad de un ser humano. En el campo de la carrera diplomática, se sabe que con ella se puede fomentar excelentes relaciones con otros países, se puede dirimir conflictos, limar asperezas, proteger y negociar. La diplomacia sirve para terminar una guerra fratricida.

Un mandatario puede utilizar la diplomacia, aunque un país tenga pobreza y otros problemas, lo importante es aplicarla por el bien del pueblo. El presidente salvadoreño mandó a un contingente de rescatistas y equipo médico a Siria y Turquía. Pueda ser que sea un ejemplo de diplomacia o la típica estrategia de relaciones públicas: lo importante es colaborar. La diplomacia es la estrechez de manos, la bilateralidad y acuerdos mutuos de colaboración entre dos naciones. Gracias a la diplomacia, muchos salvadoreños han recibido ayuda de muchos países.

Según la historia de la diplomacia salvadoreña, el jurista internacional “José Gustavo Guerrero fue abogado, diplomático, político y juez internacional, el único en haber presidido las dos cortes mundiales. Fue el primero en ser condecorado con la Gran Cruz, Placa de Oro de la Orden Nacional José Matías Delgado y es Gran Oficial de la Legión de Honor de Francia”. Es de admirar su loable hazaña como diplomático, logró con hidalguía desafiar al régimen nazi de Adolfo Hitler. Además, fue nominado a premio Nobel de la Paz por su trabajo como diplomático y jurisconsulto internacional. La amistad con el coronel Arturo Castellanos fue tan importante, según historiadores; ya que, el Dr. Guerrero, fue quien le ayudó a Castellanos a redactar el documento para salvar la vida a miles de judíos. Dos grandes salvadoreños hicieron una gran proeza. Del ejemplo anterior se destaca la importancia de la diplomacia y su trabajo como tal. Hay países que se aíslan ante el mundo, si son naciones pobres están perdiendo mucho. A veces, la ideología es la piedra en el zapato que no permite la diplomacia. Que bien por los que estudian relaciones internacionales. Mientras tanto, el Ministerio de Relaciones exteriores presentó un libro sobre historia de la política exterior en El Salvador.

El embajador de Estados Unidos en El Salvador, William Duncan, trae expectativas de colaborar en la región, quiere colaborar con el gobierno salvadoreño en muchos aspectos. Aparte de la ayuda que ha brindado el país norteamericano, es la nación donde más existe actividades comerciales, culturales, educativas, entre otras. La diplomacia es frágil cuando no hay acuerdos, los conflictos armados, de territorialidad (véase el caso de la isla Conejo) son causa de discordias. A veces, algunos mandatarios hacen caso omiso de algunos asuntos que se pueden resolver pacíficamente y con el diálogo.

El Salvador ha ido rompiendo paradigmas o barreras, tener embajadores o representantes diplomáticos en otros países hace que haya más oportunidades de desarrollo. Recientemente en Singapur se abrió una embajada. Es menester del presidente sabe mover las piezas del ajedrez e identificar con quién conviene o no abrir relaciones de amistad. Cada presidente ha logrado, gracias a la diplomacia, exportar e importar productos y servicios, atraer inversión, becas de estudio, plazas laborales, etc. Nos preguntamos ¿Con qué naciones es recomendable tener relaciones diplomáticas?, ¿se debe hacer a un lado las diferencias políticas para tener unas excelentes relaciones diplomáticas?

Se dice que el país tiene una democracia híbrida; sin embargo, eso no impide o coarta que El Salvador no anhele tener más consulados y embajadas en otros países. Si un país no tiene diplomacia, ni el sector turismo puede habilitarse. Mientras más relaciones diplomáticas se tenga con otros países, hay más oportunidad de salir adelante en muchos aspectos.
La diplomacia no es sinónimo de ver a sus representantes bien vestidos con trajes elegantes, tomando vinos finos, manejando carros elegantes, viajando en primera clase y viviendo en colofonias exclusivas. Los diplomáticos deben de trabajar en ejecutar programas que ayuden a la ciudadanía, a que haya vínculos de amistad y cooperación.

Según la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas, 18 de abril de 1961, las funciones de una misión diplomática consisten en: representar al Estado acreditante ante el Estado receptor; proteger en el Estado receptor los intereses del Estado acreditante y los de sus nacionales, dentro de los límites permitidos por el derecho internacional; negociar con el gobierno del Estado receptor; enterarse por todos los medios lícitos de las condiciones y de la evolución de los acontecimientos en el Estado receptor e informar sobre ello al gobierno del Estado acreditante; fomentar las relaciones amistosas y desarrollar las relaciones económicas, culturales y científicas entre el Estado acreditante y el Estado receptor. En conclusión, la diplomacia es bien amplia en sus actividades, lo más importante es su forma de negociar y llevar a cabo un conflicto o colaborar entre las naciones amigas.