El Rey David, a pesar de ser el hombre más poderoso del planeta, en el tiempo que gobernó la nación de Israel (Siglo X a.C), escribió el Salmo 138:6 que dice así “Porque Jehová es excelso, y atiende al humilde, Mas al altivo mira de lejos”. Con ello dejó estampado a la posteridad, que sin importar el cargo que se ocupe en la vida, nunca hay que olvidar practicar la humildad y tratar a las personas con dignidad y respeto. El Señor Jesucristo dijo; “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas” Mateo 11:29.

Evidentemente las personas mansas y benignas, andan en los senderos de luz, y nunca procuran el mal para su prójimo, es decir siempre están dispuestas a dar la milla extra en favor de los más necesitados, en cambio las personas de mal corazón, que son gobernadas por el orgullo y la soberbia, su camino es la oscuridad, su alma es propensa al conflicto, su razonamiento es destructivo y su fruto es tendiente a causar mal a toda persona que se atraviese en su camino, de modo que su boca produce únicamente desprecio y humillación hacia su prójimo, de tal suerte que ven de menos a sus colaboradores, son inmisericordes.

En las páginas de la historia, se registró un aconteciendo del año 1892, cuando un anciano de barba blanca y un joven universitario coincidieron en el mismo vagón de tren que se conducía a uno de los países de Europa. El anciano leía pausadamente un libro de pasta negra, el joven también estudiaba un voluminoso ejemplar de Ciencias, aconteció que, en un determinado momento, el joven se percató de que el libro que leía el anciano era la Biblia y le preguntó:

-¿Usted todavía cree en ese libro lleno de fábulas y de cuentos?
El anciano le respondió: Sí, por supuesto, pero este no es un libro lleno de fábulas ni de cuentos.
-Es la Palabra de Dios. ¿Cree usted que estoy equivocado? replicó el anciano.

-Claro que está equivocado, dijo el joven universitario. Usted, señor, debería dedicarse a estudiar Ciencias e Historia Universal. Vería cómo la Revolución Francesa, ocurrida hace más de 100 años, mostró la miopía, la estupidez y las mentiras de la religión. Y agregó el joven: Solo personas sin cultura o fanáticas todavía creen en esas tonterías. Usted, señor, debería conocer un poco más lo que dicen los científicos de esas cosas.

El anciano le dijo: Entonces Dígame, joven, ¿es eso lo que nuestros científicos dicen sobre la Biblia?.
Mire, dijo el joven, como me voy a bajar en la próxima estación, no tengo tiempo de explicarle, pero déjeme su tarjeta con su dirección para que le pueda enviar algún material científico por correo, así se ilustra un poco sobre los temas que realmente importan al mundo.

Un poco macilente el anciano metió su mano a la gabardina y sacó una tarjeta de visita y se la entregó. El joven quedó impertérrito al leer en la tarjeta quién era aquel anciano. El texto impreso decía: Profesor Louis Pasteur, Director General del Instituto Nacional de Investigaciones Científicas, Universidad Nacional de Francia.

El Profesor Louis Pasteur (1822-1895) ha pasado a la historia por sus diferentes aportes científicos en favor de la humanidad, sin que la ciencia fuera un obstáculo para su fe cristiana, en la actualidad sigue siendo considerado el padre de la microbiología. Y a pesar de ser un científico connotado, nunca dejo ser una persona empatica y humilde, siendo la huella de todo cristiano, los buenos frutos. Parecerá que algunas personas que se denominan cristianas, no están dando buenos frutos ni son buen ejemplo para la sociedad, es importante volver a practicar la humildad y la mansedumbre, para que por el buen testimonio los incrédulos vengan al camino del Señor Jesucristo.