En la caverna de Altamira, en la región Amazónica de Brasil, un grupo de leñadores trabajan cortando arboles milenarios, y de paso deforestando uno de los pulmones con que nuestro planeta cuenta para mantenerse saludable. En el proceso, progresivamente se acercan al hábitat de miles de murciélagos, que habitan las oscuras tinieblas de la cueva de Altamira. Durante este contacto cercano entre estos leñadores y los murciélagos, uno de los leñadores toca accidentalmente una roca teñida con estiércol de murciélago. Inconscientemente, el leñador acerca su mano contaminada a su nariz, rascándosela furiosamente, y con ella poniendo en contacto su organismo con un nuevo virus, antes nunca en contacto con el ser humano. Un nuevo patógeno, se ha derramado entre el género humano. Una nueva pandemia florece desde las profundidades de las amazonas.

Brasil, el tercer país del planeta con mayor número de especies de murciélagos según un recuento autorizado, ha visto cómo se disparaban las probabilidades de que naciera un virus desconocido, a medida que la población talaba cada vez más la selva tropical para dejar paso a campos de tala, minas, ranchos y asentamientos. La comunidad científica está alertando de la posibilidad que la próxima pandemia este a la vuelta de la esquina y originándose en el país sudamericano.

La región amazónica del Brasil contiene un mayor número de zonas de alto riesgo que ningún otro país en le planeta. Existen 1.5 millones de kilómetros cuadrados en la región amazónica que constituyen zonas de altísimo riesgo para que ocurra un salto de un nuevo virus a la raza humana. Estas “zonas de salto”, como se conocen en el ámbito científico, han crecido más de 40% en los últimos años debido a las actividades de deforestación de la selva. Debido a la rápida deforestación de la región amazónica, rica en murciélagos, Brasil es el país del mundo con mayor riesgo de que el virus de los murciélagos se transmita a los humanos.

Al final de un día arduo de trabajo, el grupo de leñadores es trasladado desde la cueva de Altamira hacia la ciudad de Altamira con una población de 135 mil, ellos buscan relajarse en los bares que existen en la ribera del rio Xingu. Durante el viaje de 30 minutos, el leñador portador del virus estornuda frecuentemente al platicar con sus compañeros de viaje. Al final del recorrido, otras dos personas se han contagiado con el nuevo virus. Por un par de días, los tres continuarán sin síntomas, pero durante este tiempo se encargarán de contagiar a otras personas del pueblo.

Un modelaje epidemiológico matemático realizado para comprender mejor un escenario de esta naturaleza, predice que, tomando en cuenta la dinámica de la enfermedad, el tamaño de población, densidad y patrones de transporte regional, además de tráfico aéreo, al final de una semana el nuevo virus se habría desplazado hasta la ciudad de Santarem, un puerto de la amazonia de más de 350 mil habitantes. Después de poco más de un mes, el virus estaría presente en todo Brasil, principalmente a través de transporte terrestre (carros y buses) y transporte local aéreo. Al termino de dos meses, el virus ya habrá contagiado personas en la Ciudad de México y Miami. Tres meses después, el virus se encontraría presente e en 130 países a nivel mundial, con 11 millones de personas infectadas. Megaciudades como Londres, Paris y Manila emergen como focos importantes de transmisión de la nueva pandemia.

Al final de la simulación de 180 días, el virus se ha propagado a más de 200 países de todo el mundo, en todos los continentes excepto la Antártida, y casi 1.200 millones de personas se han infectado. Esto es exponencialmente más que los 10,5 millones de infectados estimados durante los primeros 180 días de la pandemia COVID-19.

Los satélites detectaron la pérdida de más de 25.000 km2 de nuevos árboles en la Amazonia en 2020. La tala total equivale a más de 400 veces la superficie de Manhattan. Un legado a la humanidad del gobierno de Bolsonaro.
La deforestación de nuestro planeta, el cambio climático, y la intrusión del humano en hábitats de murciélagos son, de acuerdo con la comunidad científica, las razones del porque una nueva pandemia es inminente.