En cuanto a la responsabilidad legal y política de actores políticos se aplica la máxima: que, en todo, o casi todo se presume la mala fe; es por ello que en politica todo hecho, acto o circunstancia se debe interpretar presumiendo la mala fe; es decir, que en el mismo ejercicio del poder se presume dicha mala fe; al contrario de la norma jurídica que dice que la buena fe se presume y la mala fe debe probarse.

El artículo 12 inciso primero de la Constitución Política Salvadoreña eleva al rango de derecho fundamental de la presunción de inocencia; sin embargo, no eleva a rango constitucional la presunción política, propiamente dicha, la cual se regula en forma inherente en la presunción como ficción de forma general.

La figura del político posee varios niveles de significación y articula diversas proyecciones que atraviesan el poder creando un régimen que maneja la verdad que constituye el sentido de la practica social de los ciudadanos que giran alrededor del poder de estas circunstancias surgen grandes expectativas aunque el poder en ocasiones no obtiene las respuestas que necesitan porque los asuntos que maneja el poder están contaminados de pliegues, torceduras y deslices cuyos efectos políticos producen desestabilizaciones reflejando de antemano hipótesis de hechos y situaciones que se toman como verdaderas sin estar seguras de las afirmaciones o negaciones que se vierten sobre determinados aspectos, en los cuales se discuten las decisiones políticas; en tal sentido vemos que cuando un hecho aunque este probado se deduce otro, que es consecuencia ordinaria del original no resulta positivo.

El poder político es ambiguo, presenta diversos aspectos y dentro de estos aspectos se encuentran una variedad de sujetos políticos desentrañando los intereses que se juegan. En el juego del poder a veces las cosas seguras se creen que son demasiado seguras, pero algunos juegos son demasiados interesantes para resistir a ellas de tal manera que las conductas poco políticas, constituyen riesgo palpable para gobernar, es necesario ser agudo con los matices y evitar decisiones sin el debido análisis por que no basta decir “yo decido que hacer” “quien llega y quien se va”, porque siempre hay golpes y sorpresas que de manera súbita surgen y es mejor mantener las cosas como están y en el lugar en el que se encuentran que hacer ruidos de apoyo.

El político debe ser cauteloso en confiar en las personas y tener cuidado el dar a conocer su manera de pensar y la manera como toma las decisiones mucho menos decir a quien se va a traicionar primero. Políticos versados en las claves del poder recomiendan que es más importante conocer a las personas que las circunstancias, porque en las relaciones del poder es necesario saber “quien gana, quien pierde, quien esta fuera de la jugada, cuando y como se lo comunicamos, como se gestiona las filtraciones”; en algunas funciones la característica es saber moverse porque lo demás se queda residual.

Al principio del articulo ha quedado establecido que la presunción de inocencia funciona en la política de igual manera a la presunción que se aplica a un ciudadanos comunes a pesar que el poder político se ejerce a través de normas jurídicas y hay que saber sortear los diferentes y variados escenarios que se presentan en determinada coyuntura y en tal sentido, podemos afirmar: que en política no hay nada para siempre y que el poder requiere habilidad para jugar con las ficciones puesto que la política es busca transformar problemas mediante diagnósticos que pueden ser falsos y que después se da el remedio, pero en forma equivocada, puesto que el dinero aceita las manos así surgen las complicidades de carácter legal y que las sombras del poder persiguen.

En política solo triunfa quien pone la vela donde sopla el aire; jamás quien pretende que sople el aire donde pone la vela. La política tiene un precio, no es cuestión de quien tiene la verdad absoluta, en lo que se refiere a quien es culpable y quien es inocente así funciona la presunción de inocencia. Hay que interesarse en la realidad del poder.