Hace casi un mes desde que el gobierno anunció la compra anticipada de bonos, por lo quiero colocar unos apuntes y escenarios sobre ellos. ¿Qué son los bonos? Básicamente constituyen una transacción en la que el Gobierno de turno le entrega un papel a un prestamista, a cambio del dinero prestado, y se compromete a pagar —y a que le paguen futuros gobiernos—, cada año, un monto en concepto de intereses y, al finalizar el plazo pactado, a devolver la totalidad de lo prestado.

Por ejemplo, la última colocación de bonos fue en julio de 2022. En ese momento el Gobierno logró que le prestaran 1,000 millones de dólares a una tasa de interés de 9.5% y a un plazo de 32 años. Esto significa que desde 2021 hasta 2052, cada año solo por intereses se deben pagar 95 millones de dólares anuales (casi el equivalente al presupuesto de la Universidad de El Salvador) y al llegar el año 2052, se deben pagar de una sola vez los 1,000 millones de dólares prestados.

Quienes compran este tipo de bonos son usualmente personas con ahorros para prestar, fondos de inversión, bancos internacionales, pero también lo hacen bancos radicados en El Salvador, así como las administradoras de pensiones con los ahorros de la población. Una vez se compra el bono, el dueño lo puede “revender” y es así como el precio del bono puede subir o bajar.

En enero de 2023 se vence uno de esos bonos y se deben pagar 800 millones de dólares de una vez; también en 2025 se vence otro bono que implicará el pago de 800 millones de dólares. Es decir, que entre estos dos bonos se deben pagar 1,600 millones de dólares.

Lo que el Gobierno está ofreciendo es comprar esos bonos antes de que llegue su fecha de vencimiento, ¿por qué? Porque el precio de los bonos ha caído muchísimo como resultado del desmantelamiento democrático, la adopción del bitcóin, la falta de claridad sobre una estrategia fiscal, así como la poca credibilidad del Gobierno por anuncios que nunca se concretaron (acuerdo con el FMI, Bonos Volcán, entre otros). Por ejemplo, alguien que pagó 100 dólares por un bono que se vence en 2023 si lo vende ahora, solo le darían alrededor de 90; y alguien que pagó 100 por un bono que vence en 2025, si lo vende ahora, le darían menos de la mitad, unos 45. Este fenómeno se explica porque hay poca certeza de que el Gobierno tenga el dinero para pagar cuando se venza el plazo.

Esta táctica de recompra la suelen hacer países que han mejorado mucho su situación financiera o aquellos que viven una situación financiera muy complicada como es el caso de El Salvador. El presidente Bukele dijo que el gobierno tenía ya todo el dinero para pagar los vencimientos de 2023 y 2025, es decir los 1,600 millones de dólares. Pero en lo concreto lo que ha probado la Asamblea Legislativa solo suma 560 millones de un préstamo con el BCIE y un préstamo del Banco Central de Reserva.

Entonces puede haber un escenario en el que nadie le quiera revender los bonos al Gobierno, ahí no pasaría más que esperar a que se lleguen las fechas de vencimiento y pagar la totalidad. Otro escenario es que le quieran vender la totalidad de los bonos, lo que con los precios actuales significaría un ahorro de casi 500 millones de dólares, pero no se tendría claridad de donde sacaría el dinero el Gobierno para hacerlo. Este escenario es casi imposible que se dé.

Un tercer escenario es que el Gobierno solo logre la recompra de algunos bonos de 2023, con lo que el ahorro sería poco significativo. Un cuarto escenario es que los prestamistas le vendan más el bono que se vence en 2025, donde el precio sigue siendo sumamente bajo, con lo que el Gobierno lograría un ahorro importante, pero posiblemente se quede sin dinero suficiente para cumplir sus obligaciones más inmediatas, como las de 2023.

En cualquiera de los escenarios el Gobierno lo venderá como un logro, pero en realidad pase lo que pase, la situación del país seguirá siendo crítica.