Es urgente la necesidad de practicar la urbanidad, moral y cívica; ya que, la sociedad no respeta al prójimo, a los animales, a los símbolos patrios. Si todos lo practicamos, viviremos en paz y en cordialidad. Los valores convierten a los seres humanos en ciudadanos justos, honrados, probos, intachables y empáticos.

Es importante que, en los centros escolares, desde Kindergarten hasta el bachillerato, empero, sería oportuno que también se imparta en las aulas universitarias. Hay mucho que decir al respecto. Desde la perspectiva en la que cada familia educa, eso se evidencia también en el ámbito escolar. En las sociedades modernas ambos padres laboran y dejan a la deriva a los hijos en los hogares, los cuales hacen y deshacen. No se les habla de Dios, de Jesús, ni mucho menos de valores.

Con la urbanidad es suficiente observar en las calles a alumnos que van expresando palabras soeces, se les escucha hablar mal hasta de los maestros y de sus propios padres: “esa vieja me cae mal”, “ese viejo cuadrado”, “vieja hija de...”. Las alumnas van pintándose en los buses, parece que van a una fiesta; usan minifaldas, muchos se les quedan viendo en la calle. Lógico, ellas saben que despiertan el morbo ¿Acaso no les dicen nada en la casa? ¿Tienen normativas el centro escolar o colegio? ¿Son sus padres personas que no predican con el ejemplo? En algunos países europeos, como en Suecia, están evitando que la vestimenta sea un factor que llamen la atención. Algunas religiones imponen un código de vestimenta.

El civismo no se practica, no se respeta los símbolos patrios, no hay respeto a las autoridades, etcétera ¿Deseamos ese tipo de sociedad? Para cambiar un país debemos empezar cambiando nosotros. En la urbe observamos a personas dándose golpes por falta de tolerancia.

Sobre urbanidad hay mucho que decir, con solo andar en la calle se evidencian tantas barbaridades. En los buses se escucha rap y perreo, música que ínsita al sexo, letras que no dejan nada a la imaginación, y el colmo, los niños van absorbiendo cual esponjita esos mensajes. El motorista se siente un “dios” e inicia a insultar a los otros motoristas y pasajeros, le sacan la madre con la bocina del vehículo a cualquiera que se le ponga enfrente. Es gratificante cuando en el trasporte escolar un motorista sintoniza una radio que hable de Dios.

Con respecto a la urbanidad, hábitos que siempre han existido en la sociedad para educar a los seres humanos. Con la urbanidad se enseña a respetar, a ayudar, a pasar a una anciana en la calle, darle asiento en los buses a mujeres embarazadas y ancianos. Con la urbanidad se debe respetar los lugares en donde debe haber paz: las escuelas, iglesias y hospitales.

La lectura de la Biblia en los centros escolares sería idónea, es una forma de enseñar valores, moralidad, religiosidad y urbanidad. Mientras tanto, la sociedad está perdiendo los valores, los buseros se bajan de sus unidades de transporte y se agarran a golpes, los pleitos y asesinatos no cesan en los hogares.

En muchos hogares la música es estridente, los perros hacen sus necesidades en la acera, en la grama o en cualquier sitio, nadie limpia, ni mucho menos el dueño de la mascota. Se escuchan malas palabras, personas ingiriendo bebidas alcohólicas en horas indebidas. Existe violencia intrafamiliar.

La moral servirá hasta para que disminuya los embarazos precoces, para que las drogas y el alcohol no sean el objeto de moda de la juventud. Ayudará para formar mejores ciudadanos, educados, respetando los símbolos patrios, saludando desde que se levantan en sus hogares. Servirá para que en las escuelas se inculque la semilla de la honorabilidad.

Por lo tanto, el Manual de Urbanidad y Buenas Maneras y otros libros se lean en los centros escolares y vuelvan a instruir a una generación que necesita de lecturas ejemplarizantes. Es tiempo que, en el país, no importa la clase social, religión, pensamiento político, aprovechen las lecturas mágicas sobre moral, cívica y urbanidad. Eso ayudará a que tengamos a mejores personas en una sociedad en decadencia. Una sociedad con valores hace que un país progrese. Una sociedad practicando la urbanidad, moral y cívica logra hogares ejemplarizantes.