La carta de Santiago 4:13-14 dice así: ¡Vamos ahora! los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, y traficaremos, y ganaremos; cuando no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece. De modo que la vida del ser humano es efímera, somos polvo y partículas en toda la creación, aun así, el Señor Jesucristo, no desea que nadie se pierda, sino que las personas vengan al arrepentimiento, por ello no debemos de ser orgullosos en el actuar ni arrogantes en el trato con el prójimo.

En una ocasión le preguntaron a la barra de acero si era la más fuerte del mundo y ella dijo: –No, es el fuego porque a mí me derrite. Entonces le preguntaron al fuego si era el más fuerte del mundo y el fuego dijo: -No, es el agua porque a mí me consume. Le preguntaron al agua si era la más fuerte del mundo y el agua dijo: -No, es el sol porque a mí me evapora. Le preguntaron al sol si era el más fuerte del mundo y el sol dijo: -No, es la nube porque cuando se pone delante de mí me opaca mis rayos. Entonces le preguntaron a la nube si era la más fuerte del mundo y la nube dijo: -No, es el viento, cuando sopla me lleva de un lado para otro. Le preguntaron al viento si era el más fuerte del mundo y el viento dijo: -No es la montaña porque cuando soplo y me encuentro con ella me parte en dos. Entonces le preguntaron a la montaña si era la más fuerte del mundo y la montaña dijo: –No, es el hombre porque puede escalarme y con sus máquinas puede convertirme en una planicie. Entonces le preguntaron al hombre si era el más fuerte del mundo y el hombre dijo: -No, es la muerte porque tiene la potestad de quitarnos la vida sin importar si se es príncipe o esclavo, rico o pobre, intelectual o no letrado, presidente de un país o un simple ciudadano.

Entonces le preguntaron a la muerte si era la más fuerte del mundo y la muerte dijo: -En algún tiempo yo pensé que era la más fuerte del mundo, de hecho desde la creación del primer hombre he reinado llevándome la vida, de hombres fuertes y poderosos, simples artesanos o comerciantes, y hasta los reyes que se creían dioses en la tierra, me los he llevado, sin embargo, hace mas de dos mil años atrás, le quité la vida a un hombre y a los tres días se levantó y salió caminando y se me escapó. Y ese es el hombre más fuerte del mundo y su nombre es el Señor Jesucristo. Quine dio una palabra de aliento para toda la humanidad en 1 Corintios 15:54-55. “Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?”

De manera que nuestro glorioso Señor Jesucristo venció el imperio de la muerte, saliendo triunfante, y quiere que ningún ser humano pase la eternidad separado de su presencia, sin embargo, es un caballero que no obliga a nadie a buscarlo. Pero sí presentó las evidencias de que hay un cielo y un infierno, en Mateo 10:28 dijo: Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.De modo que solo hay dos caminos, el ancho que conduce a la perdición y el angosto que es para salvación.

Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto? Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo. (Juan 11:25-27)